Los diputados del PAN, PRI, Panal, Movimiento Ciudadano y Compromiso por Puebla reclamaron a José Juan que se conduzca como “tirano”.

Por: Mario Galeana

El PAN, el PRI y cuatro bancadas más tomaron la Mesa Directiva del Congreso local en rechazo a la “tiranía” de José Juan Espinosa, y, en respuesta, el coordinador legislativo de Morena, Gabriel Biestro, no pudo más que pedir a sus rivales que se comporten como “una oposición digna”.

Hace unos meses esta imagen sería absurda o ridícula, pero fue justo así como dio fin la sesión ordinaria de ayer.

Ha sido todo un mérito: Espinosa Torres consiguió que seis de las 10 bancadas del Congreso y 18 diputados locales hicieran un frente en su contra sólo por haberse negado a darle la palabra a los legisladores priistas Javier Casique y Nibardo Hernández y, además, exigieron su destitución como presidente de la Mesa Directiva.

“Sólo” es un decir. En realidad, la toma de la Mesa Directiva que protagonizaron los legisladores del PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza y Compromiso Por Puebla fue la respuesta a una larga lista de agravios cometidos por el jefe de la bancada del PT, que ha usado y desconocido —a partes iguales— los vericuetos de la Ley Orgánica del Poder Legislativo para poder imponer su voz sobre cualquier otra durante cada sesión ordinaria.

La imagen de 18 diputados que rodean la Mesa Directiva mientras el Pleno se deshace en una miríada de gritos perdurará durante lo que resta de la LX Legislatura.

Y todo empezó así. Espinosa subió a la tribuna legislativa para condenar la firma de contratos bajo el esquema de Proyectos de Prestación de Servicios (PPS) y en su larga arenga dijo que de nada había servido, por ejemplo, el “pinche Tren Turístico”. Y dijo: “Perdón, qué culpa tiene ese pinche Tren Turístico”. Y dijo de nuevo: “Pinche tren”. La tropa de invitados a galerías que suele festinar a Espinosa cada una de sus intervenciones se deshizo en carcajadas.

La discusión avanzó al punto cinco de 22 enlistados en la sesión de ayer: el envío de un exhorto al gobernador José Antonio Gali para que entregara en donación a la BUAP el antiguo hospicio ubicado en avenida Reforma, y no para aprobar su venta a particulares, como había solicitado el mandatario estatal.

En la ronda de discusión, la panista Mónica Rodríguez subió a tribuna para pedirle a Espinosa que guardara respeto al Pleno y evitara el uso de palabras altisonantes. Pero, desde la Mesa Directiva, Espinosa cejó el reclamo y contestó que esa no era, ni por cerca, una alusión personal hacia ella, y que en consecuencia no había cabida para su crítica.

Cuando Rodríguez volvió a su lugar, Espinosa adujo su instinto lingüístico y, leyendo desde su smartphone, enlistó las acepciones de la palabra pinche: todo el Pleno ya estallaba en reclamos y manotazos.

Entonces, el priista Javier Casique Zárate tomó la palabra y, mientras se dirigía a tribuna, el presidente de la Mesa Directiva lo interrumpió:

—¿Es por alguna alusión personal?

La respuesta de Casique no resonó a través del micrófono, como sí lo hizo la orden de Espinosa:

—Entonces no ha lugar.

La oposición reventó. Dejaron sus curules y avanzaron hacia Espinosa. Allí iban Rocío García, Uruviel González, Marcelo García, Gerardo Islas… y así, de uno en uno, se hicieron 18.

Espinosa no cejó la votación sobre el exhorto a Gali y así la realizó: con 18 espaldas que no le permitían ver más allá del final de su propio escritorio. La votación terminó con 24 votos a favor —aunque nadie pudo precisar cómo es que Juntos Haremos Historia reunió dos votos más de los que componen su bancada— y la sesión se dio por concluida.

Islas y Marcelo García, teléfono en mano, alcanzaron al presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, Gabriel Biestro, quien se mantuvo al margen de la disputa, confirmando así que su investidura se ha desvanecido frente al papel protagónico de Espinosa.

—Ya compórtense como una oposición digna. Quiero que quede bien claro quiénes son los que rompen el orden, los que golpean, los que interrumpen. Les hago un llamado a que sean una oposición sensata —dijo Biestro, prócer de una oposición venida a gobierno.

En las redes ya iniciaba la disputa por la posverdad: Espinosa tuiteaba, frenético, que la oposición había tratado de impedir que se donara el antiguo hospicio a la BUAP; y en los pasillos del Congreso, los priistas y los panistas y los perredistas y los emecistas declaraban, hombro a hombro, que no permitirían más actos “tiránicos” del susodicho.

Sí: hace unos meses sería absurdo, ridículo.

 

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