Sin Derecho de Réplica

Por: Alberto Rueda / @AlbertoRuedaE

La ratificación del triunfo de Martha Erika Alonso Hidalgo como gobernadora electa representó una de las dos derrotas que ha sufrido el presidente Andrés Manuel López Obrador en menos de una semana después de haber asumido su mandato.

La primera pelea perdida fue contra la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) después de que los ministros bloquearon la Ley de Remuneraciones, lo que ha confrontado a los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Y la segunda debacle fue con el caso Puebla.
No cabe duda que el magistrado del TEPJF, José Luis Vargas Valdés, buscaba congraciarse con el nuevo gobierno. La posibilidad de hacerlo presidente del máximo Tribunal Electoral del país estaba en la mesa de
negociación.

Incluso, tras el fallo, no se descarta que vuelva el Senado a replantear su permanencia en el Tribunal y en lugar de culminar su encomienda en 2024, tenga que retirarse el próximo año.

Al final, con cuatro votos en contra y tres a favor se descartó la posibilidad de repetir los comicios, tal como lo hubiesen deseado tanto AMLO como Luis Miguel Barbosa, el candidato perdedor.

Pero más allá de ello, que el triunfo de la panista se haya reconfirmado no ha sido grato para el presidente, quien ha salido a hacer declaraciones que, lejos de unir, polarizan.

La relación de Puebla con la Federación no será nada tersa, como tampoco lo será con los ministros de la Suprema Corte.

En ambos casos, López Obrador nos ha recordado que es un mal perdedor.
Lo más preocupante es que lejos de buscar pacificar al país, sus arranques contagian a sus grupos afines en las entidades, como el caso de Puebla con los Barbosas, Biestros y Josejuanes.

Y es que la primera reacción de estos personajes fue desacreditar a la autoridad electoral.

No terminan de comprender que se trata de la misma autoridad que validó el triunfo del propio AMLO como el Ejecutivo de la nación, de gobernadores, de senadores, legisladores y hasta alcaldes de muchos municipios del país.

Porque ahora resulta que cuando los resultados les favorecen, la democracia triunfó, el pueblo habló, el árbitro de la contienda hizo un papel ejemplar, pero cuando los resultados son desfavorables a sus caprichos, entonces existe una elección de Estado, las autoridades electorales se vendieron y la mafia del poder actuó.

Por lo pronto, el gobierno que asumirá el viernes Martha Erika Alonso ante el Tribunal Superior de Justicia contempla grandes retos.

Sobre todo, porque no se trata de una clase política dispuesta a dirimir las diferencias, sino sumirlas en el berrinche y el chantaje.
Habrá que ver cómo nos va.

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