LaQuinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Alberto Amador Leal vive una dualidad esquizofrénica:

De día es priista y Jefe de la Oficina del gobernador de Tlaxcala, Marco Mena.

De noche es propagandista de Morena y de Miguel Barbosa.

El jueves pasado, en un oscuro local de la sierra norte de Puebla, y en el marco de una reunión privada, Amador Leal se estrenó como adicto del partido de López Obrador.

Y lo hizo en horas de oficina.

Sentado en una mesa de honor con los diputados Fernando Manzanilla y Miguel Acundo, el priista tomó la palabra para sumarse a la candidatura de Barbosa y para reflexionar sobre el “cambio” que quiere la gente.

En su discurso criticó a su partido y, subliminalmente, al ex presidente Peña Nieto, al tiempo que elogió a López Obrador, Barbosa y Morena.

En ese mismo acto, Manzanilla convocó a sumarse a Barbosa y a procurar la unidad.

En un discurso largo y farragoso, Erick Cotoñeto criticó —sin mencionarlos— a los senadores Alejandro Armenta y Nancy de la Sierra por “andar promoviendo una encuesta para definir al candidato”.

Las expresiones de Cotoñeto fueron despectivas y en algún momento los llamó “traidores”.

Aludió, igualmente, a Claudia Rivera Vivanco, presidenta municipal de Puebla, a quien acusó de sentarse con Martha Erika Alonso.

Casi entre risas, dijo que la gubernatura le había durado a la hoy occisa “solamente diez días”.

En más de una ocasión enfatizó que el único candidato de Morena para la elección extraordinaria es Miguel Barbosa Huerta.

Trascendió que Amador Leal —quien fue acompañado por sus más cercanos colaboradores— participará clandestinamente en la precampaña y la campaña de Barbosa a cambio de una posición: la Secretaría de Desarrollo Social.

¿Cómo olvidar que en la elección de 2010, cuando Rafael Moreno Valle ganó la gubernatura, Amador Leal también traicionó al priista Javier López Zavala?

Por unos días, nuestro personaje ocupó un pequeño escritorio al lado de la súper oficina que Manzanilla tenía en el hotel Presidente Intercontinental.

Luego despareció del mapa morenovallista porque no le cumplieron lo acordado.

Hoy, con la mano en la cintura, vuelve a jugarle las contras a su partido por una posición en el futuro gabinete de Barbosa.

Es lo que hay.

En la imagen: a la izquierda: Alberto Amador Leal. A la derecha: Fernando Manzanilla Prieto

El Río Revuelto del Interinato

Luis Banck inició su discurso en los funerales de Estado del 25 de diciembre como virtual candidato de Por Puebla al Frente en las elecciones extraordinarias.

Cuando lo terminó, había dejado de serlo.

Unos minutos duró el encanto.

¿Qué ocurrió en ese tránsito?

Sucedió que su discurso no le gustó al presidente López Obrador —quien lo descalificó al otro día (sin decir su nombre) con expresiones como “neofascista”y “ultraderechista”— y, en consecuencia, tampoco a Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación.

Sobre esta última llovieron gritos dirigidos al gobierno federal, como “¡asesinos!” y “¡justicia!”.

Federico Arreola, vocero informal de AMLO, sí le puso nombre a quien tanto irritó al presidente.

En una columna escrita con la vesícula biliar, llamó a Banck “miembro de la feroz ultraderecha poblana”.

Y dijo más:

“El panismo ya exhibió a su candidato, un tipo irresponsable llamado Luis Banck Serrato, el único orador quien, por cierto, incitó a la gente a abuchear a la representante del presidente López Obrador”.

Arreola se equivoca: ni Banck incitó a la gente a abuchear a Sánchez Cordero ni es integrante de la ultraderecha poblana.

(Algunos miembros de esta expresión, curiosamente, ahora son adictos a Morena en Puebla).

Ese discurso fúnebre provocó otra cosa: un informal veto presidencial.

Ese veto tomó forma en las últimas horas: con la carta de renuncia de Luis Banck a la Jefatura de la Oficina del gobierno del estado y, sobre todo, con la decisión de no contender por la gubernatura.

Y en medio de esta trama, el ex gobernador José Antonio Gali Fayad se ha convertido en el operador del morenovallismo en la Secretaría de Gobernación, donde se negocia el nombre del gobernador interino.

Ya sin Banck, las conversaciones podrían culminar con el cumplimiento de la palabra empeñada por la secretaria de Gobernación.

Tres son los nombres visibles en esta puja:

Jesús Rodríguez Almeida, encargado de despacho del gobierno estatal; Guillermo Pacheco Pulido, ex alcalde y ex diputado federal, y Gerardo Islas Maldonado, quien a sus 35 años de edad ya ganó por el hecho de estar en la terna.

Si el acuerdo se cumple, Rodríguez Almeida será el elegido.

De entrada, tiene forma de acreditar su poblanidad: se casó con una poblana hace diez años y tiene constancia de vecindad.

El columnista Francisco Garfias escribió recientemente las siguientes líneas sobre nuestro personaje:

“La grilla está en Puebla a todo lo que da. Nos dicen que el encargado de Despacho, Jesús Ramírez Almeida, quiere ser gobernador interino, pero afirman que no cumple con los requisitos de ley. Sus detractores dicen que no tiene residencia acreditada (cinco años) y hasta cuestionan la validez de su credencial del INE”.

Quienes conocen a Rodríguez Almeida juran que reúne todos los requisitos para ser interino y que los señalamientos en su contra provienen de la mala leche.

Aunque hay quienes formulan un escenario inédito: que Gobernación lo deje pasar para que sea impugnado por un miembro del Congreso local.

De prosperar tal escenario, el interino sería nombrado por la mayoría de Morena, con un ingrediente extra: Gobernación se lavaría las manos —argumentando que cumplió el acuerdo— y el partido del presidente López Obrador sería el beneficiado.

Otro escenario podría ser que si Rodríguez Almeida no llega, Islas Maldonado sería el caballo negro de este proceso.

Cumple con dos requisitos de la negociación: es morenovallista y no milita en el PAN.

El fin de semana circularon dos cosas relacionadas con Guillermo Pacheco Pulido: la versión de que él será el gobernador interino y una guerra sucia sin par.

Don Guillermo alguna vez estuvo a punto de ser candidato a la gubernatura de Puebla, pero se le atravesó Manuel Bartlett Díaz, quien prefirió venir a Puebla que irse a París como embajador.

En los últimos días su nominación ha recibido el apoyo de diversos sectores y organizaciones del PRI estatal, quienes lo reconocen como un militante destacado.

Además, fue propuesto por la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PT y PES) al interior del Congreso poblano.

A esto hay que agregar que el voto para elegir al interino será secreto.

Es decir: nadie sabrá el sentido de sus lealtades o deslealtades.

La tragedia poblana se está convirtiendo en melodrama.

Y si las cosas no se recomponen, se descompondrá en comedia.

Tic tac, tic tac…

Si este lunes, cuando los negociadores se sienten en un despacho de Gobernación, no hay definición, la sesión del Congreso podría aplazarse.

Nota Bene:

A punto de cerrar esta columna, me encuentro con estas líneas de Alejandra Gómez Macchia —novelista, cuentista y editora de la revista Dorsia—, quien se ha estrenado como columnista política publicando ya algunas exclusivas:

“(Hay) una terna paralela que de consolidarse en la próximas horas volvería a remover las aguas de este río que a la fecha está más turbio que el Atoyac, y pondría en jaque al Congreso (un Congreso que ha brillado por hacer el ridículo).

“Fuentes confiables hablan de tres nombres: Gerardo Islas Maldonado (diputado con licencia por el PANAL y último bastión del morenovallismo). Héctor Sánchez (Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla). Ignacio Alvízar (ex Secretario de Educación Pública en el periodo de Tony Gali Fayad)”.

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