Por: Mario Galeana
En 2010, sólo Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso pudieron reunir a todas las fracciones del PAN en un solo grupo para enfrentar las elecciones. Nueve años después, únicamente la trágica muerte de ambos permitió juntarlas de nuevo.
Ayer el Comité Directivo Estatal panista fue la sede de una reunión inédita en casi una década: cuatro paredes para docenas de rostros que, posiblemente, no habrían podido reunirse bajo ninguna otra circunstancia.
Ninguna, salvo la muerte de la gobernadora de Puebla y de quien fuera líder del grupo que controló desde entonces al partido en el estado: un partido que hoy, como nunca antes, enfrenta una crisis que tendrá verificativo en el próximo 2 de junio, cuando se realicen las elecciones extraordinarias.
El Yunque y el morenovallismo se miraron cara a cara y el encuentro no fue precisamente terso.
El desfile de líderes panistas inició a las 14 horas y alrededor de 45 minutos después llegó Marko Cortés, líder nacional del PAN y mediador de la reunión, acompañado del secretario General Héctor Larios y de quien fuera vocero de Moreno Valle y Alonso Hidalgo, Maximiliano Cortázar.
En la sede partidista ya se encontraban todos los representantes del morenovallismo y de la ultraderecha, y quizá la mayor sorpresa fue la ausencia del ex gobernador Tony Gali, aunque en su representación acudió su hijo, José Antonio Gali López.
El cónclave tuvo su primer portazo apenas media hora más tarde del arribo de Cortés: Humberto Aguilar Coronado, autodenominado El Tigre y autodestapado como aspirante a la candidatura, salió de la reunión enfurecido y desapareció con la velocidad de un zarpazo.
La suya fue la única deserción del cónclave; el resto de los convocados permaneció allí durante las siguientes tres horas.
Alrededor de las 17:30 horas comenzó la salida de absolutamente todos, pero, al igual que a su llegada, ninguno quiso decir media palabra.
El hermetismo fue quizá el más significativo de todos los acuerdos de una reunión en la que no hubo humo blanco, puesto que no decidió ni al candidato ni el método por el cual resultará electo.
Interceptado por los reporteros, Tony Gali Jr sólo agitó las manos y, hastiado, contestó:
—No nos dejaron decir… —y, antes de terminar la frase, siguió de largo.
En el salón principal del Comité Directivo ya iniciaba una conferencia de prensa en la que Cortés aseguraba que el panismo —incluidos morenovallistas y yunquistas— había acordado cerrar filas para la que será la elección que compruebe el derrumbe del partido o, por el contrario, su hegemonía.
Pero no había ni júbilo ni sonrisas: apenas la voz ajada del líder nacional panista.
Afuera, azorados, Marcelo García Almaguer y Maximiliano Cortázar parecían discutir en una conversación ininteligible para el cronista. Ambos se marcharon poco antes de que Cortés diera por terminada la conferencia de prensa y alzara un tímido pulgar ante las cámaras.
Ya en su retiro, al líder nacional panista lo interceptó una reportera:
—¿Acordaron un nuevo líder?
—No hay ningún líder
—atajó—. La única líder es Genoveva Huerta.
/Mario Galeana
