Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo
Al leer esta columna muchos pensarán que hablo de regresar al panismo doctrinario; alegaran que eso no es ningún riesgo; por el contrario, podría ser una virtud. No es esa mi intención.
Cuando hablo de que el PAN, no sólo en Puebla, sino en todo el país, corre el riesgo de regresar a sus orígenes me refiero a no poder ganar elecciones.
Sin engrandecer a Rafael Moreno Valle Rosas, debe entenderse la figura política en la que se había convertido el ex gobernador de Puebla, quien se aprestaba para ser la cabeza visible de la oposición nacional al proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador. La muerte del poblano no pudo ser más oportuna para el actual régimen.
Como lo ha relatado el periodista Mario Alberto Mejía en su Quinta Columna, Moreno Valle preparaba una auténtica revolución para articular un frente opositor con el PRI, el verdadero PRIAN, para tratar de luchar contra López Obrador.
Político ambicioso pero visionario, el ex gobernador de Puebla se había apoderado de la coordinación del panismo en el Senado de la República y se había ganado a Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, con quien había construido una gran alianza.
La orfandad que hoy alcanza al panismo poblano también lo hace con el panismo nacional porque Rafael no sólo pensaba articular al panismo y al priismo, sabedor de la efectividad que significaban las coaliciones: el poblano buscaba sumar además al PRD y Movimiento Ciudadano, con sus gobernadores, para estar al frente del bloque opositor.
Esos eran los planes a futuro y en los que se trabajaban cuando la fatalidad tocó a la puerta de nuestro personaje.
Si eso pasa con el panismo nacional, al que también revolucionó Rafael Moreno Valle, imagínense lo que va a pasar con el panismo poblano, al que transformó completamente el senador, temido por mucho, odiado por más, pero respetado por todos.
Cuando Moreno Valle arribó al PAN, luego de la negociación realizada por su madrina, la profesora Elba Esther Gordillo, con el entonces candidato a la Presidencia de la República en 2006, Felipe Calderón Hinojosa, mediante la cual Ángel Alonso se bajó de su posición en el primer lugar de la fórmula al Senado de la República, para cederla a Moreno Valle a cambio de una candidatura también a la Cámara alta por la vía plurinominal, comenzó una revolución al interior del albiazul que duró hasta el 24 de diciembre de 2018.
Fueron 12 años de un ritmo vertiginoso, de campañas ganadoras, una tras otra, demostrando un pragmatismo que siempre molestó al panismo dogmático, acostumbrado a ganar perdiendo, como ocurría hasta antes de 2006.
Moreno Valle y el ahora retirado Eukid Castañón construyeron una estructura real, lo cual hizo la diferencia con el anterior panismo, el cual confiaba sólo en el voto de los ciudadanos.
Las votaciones del panismo poblano antes de Rafael Moreno Valle difícilmente pasaban de los 600 mil sufragios como tope máximo y aunque en dos ocasiones, antes de Rafael, ganaron la capital del estado y las principales ciudades de la zona conurbada, nunca les alcanzó para retener esos triunfos.
Cuando Eduardo Rivera Pérez triunfó en 2010 y se convirtió en el alcalde de Puebla fue de la mano con Moreno Valle en la boleta; el año pasado, Lalo vivió en carne propia el sabor de la derrota, pero sobre todo dimensionó sus alcances, ya que peleado parcialmente con el morenovallismo sólo le alcanzó para obtener 253 mil votos y fue superado casi 20 puntos por su adversaria, la actual alcaldesa Claudia Rivera Vivanco.
Eduardo sin duda es un excelente cuadro, tal vez el mejor para dar la cara por el panismo en el próximo proceso electoral extraordinario, pero sin el apoyo y el compromiso, previo acuerdo con el morenovallismo, difícilmente podrá rebasar los 600 mil votos que tradicionalmente obtenía el PAN, es decir, volverían al inicio de la década pasada y a principios de este siglo, la era pre Moreno Valle.
El panismo tiene un enorme reto por delante; por supuesto que el partido está por encima de la figura de Rafael Moreno Valle y prevalecerá sin él, pero lo cierto es que el peso específico que el ex gobernador de Puebla ejercía sobre el albiazul dejará un hueco que difícilmente se podrá llenar en el corto plazo.
Con sus muy discutidos y criticados métodos, Moreno Valle demostró una eficiencia político-electoral que marca un antes y un después en la política poblana.
Este es el panorama con el cual se encontró el dirigente nacional del albiazul, quien se reunió con los liderazgos locales con la finalidad de tratar de rescatar lo que francamente se ve perdido.