Figuraciones Mías
Por: Neftalí Coria / @neftalicoria

¿Cómo lograr que en este país haya más lectores y que los mexicanos se acerquen de manera efectiva a los libros? ¿Cómo hacer que de verdad los libros sean útiles para la vida de este país? Abundan las preguntas sobre cómo lograr un propósito que ningún gobierno ha logrado. ¿Y por qué no lo han logrado los gobiernos? Hay en ello , por un lado una perversidad –pensada o no pensada– de mantener al pueblo analfabeta que siga votando por algo que nunca entenderá mientras los gobernantes –inconscientes y sin que el pueblo les importe– se enriquecen como siempre lo hemos sabido. Y tampoco lo han querido lograr porque los gobernantes no son lectores y si lo son, lo disimulan muy bien. Es el mismo caso de los maestros de primaria y secundaria que les será imposible enseñarles la lectura a sus alumnos, si ellos no han leído y mucho menos aprendieron que la lectura era importante.

Es muy fácil que la gente diga que sí lee cuando no es cierto. Y lo dicen a boca ancha porque no saben que la lectura es algo más serio y porque sencillamente desconocen la importancia de los libros y nunca los libros han sido un objeto de uso en su vida, es decir el libro no existe en su realidad, y si no existe en su realidad, cómo van a saber qué es leer, y sobre todo, qué cosa deben leer.

Yo no creo que abaratando el libro la gente lea más; la cerveza sube el precio y nadie deja de consumirla. En el precio no está el problema, aunque no hay que dejar de mencionar la voracidad de los libreros y editoriales que nunca han hecho nada por promover la lectura de manera altruista (hablo de los grandes grupos editoriales que nada les costaría financiar programas de educación lectora o invertir al lado del gobierno en la construcción de más lectores). La gente va a leer de verdad, cuando haya lectores que enseñen a leer a los demás, y les pongan el ejemplo, y cuando aprendan verdaderamente qué es leer. Los maestros en la actualidad, no son lectores y apenas han oído de algunas obras literarias que desconocen. Y se dirá que sí hay quienes leen, pero son poquísimos, y esos no bastan. Creo que lo que debe hacerse es comenzar por ellos, por los maestros, porque a ellos sí se les puede exigir prepararse. ¿Cómo van a enseñar a leer poesía, cuento, novela, ensayo si no saben que carajos es eso? No exagero. La gran mayoría no es capaz de enseñar la lectura de literatura –indispensable para los niños–, porque a ellos no se las enseñaron, y hay que romper esa cadena que vine desde siempre. Debe haber una generación de maestros que se prepare, se capacite y dentro de su trabajo esté, la obligación de leer y enseñar la lectura como parte central de la educación, para conseguir generaciones de niños y adolescentes lectores verdaderos, niños y jóvenes que sepan lo que son los libros y sobre todo, que puedan tener oportunidades de enseñarse a pensar, porque eso en México hace falta, y un pueblo que no piensa, es dominado, como ha sucedido en este país al que siempre le convino la ignorancia de todas las generaciones. Los que no leen en todos los sentidos, convienen, porque un pueblo ciego, obedece.

Con la promulgación del plan de lectura que el Presidente de México anunció allá en Mocorito Sinaloa hace algunos días, me pregunto si esta vez podemos tener esperanzas que México se vuelva un país donde los libros sean herramientas cotidianas de uso y costumbre. No debo dejar de mencionar que es la primera vez, que escucho un discurso de una esposa de un presidente de México, tan informado y serio sobre el tema de la lectura y es de elogiar, la inteligente iniciativa para anunciar el Plan nacional de lectura en Mocorito, pueblo donde apenas se sabe que Enrique González Martínez, poeta amigo de López Velarde, llegara como médico y fundara una revista llamada “Arte”. Y el hecho de que ese importante evento se llevara a cabo en Mocorito, me da esperanza, porque se le da valor a las iniciativas que van de provincia al centro y no –como siempre– al revés. Me da esperanza el discurso de Beatriz Gutiérrez Muller –más que el de Taibo–,  que allá en Mocorito pronunciara, y más esperanza me da que la esposa del presidente de México, pueda tener una brillante participación en lo que a cultura se refiere. Una mujer informada, y acaso, una de las más preparadas de la historia de los sexenios presidenciales. Aquí me da esperanza de que algo se puede conseguir para que en el país los libros tengan importancia. Me convence más la ecuanimidad de lo que ha dicho Beatriz Gutiérrez Muller, que el entusiasmo demagógico de Francisco Taibo, titular del Fondo de Cultura Económica. No creo en esas comparaciones de los libros como balas para la revolución, ni como objetos útiles para cambiar el mundo al ritmo de metáforas gastadísimas por una izquierda, que leyó sólo lo que estaba acorde con sus ideas. Quizás sea otra la fórmula y otra la estrategia en las que se tomen acciones, tal vez estudiando la ley de educación y observarla hasta poder encontrar una solución, en la que obligadamente, deben estar los maestros de la educación básica, como pieza central.

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