Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso / @GabrielReyesCa3

El Presidente Andrés Manuel López Obrador es un presidente fuerte, muy fuerte.

Su estilo de ser, su liderazgo comprobado y el amplísimo respaldo de la opinión pública lo confirman.

Ninguno de los tres últimos presidentes mexicanos lo tuvo.

Nada y nadie le impedirá decidir, con toda libertad, quien será el candidato de su partido a la gubernatura de Puebla.

Los trabajos previos y la metodología pública serán sólo referentes.

Me recuerda a don Daniel Cosío Villegas, un reconocido intelectual en los años 70, que en sus reflexiones, aún vigentes, nos demuestra lo importante que es el “estilo personal de gobernar”.

No aportará algo significativo el forcejeo entre Yeidckol Polevnsky y Ricardo Monreal. Tampoco la encuesta o los sondeos de opinión.

Algo hay en estas circunstancias que me hacen pensar al mismo tiempo en don Andrés Manuel y don Luis Echeverría. La concentración de poder que lograron, los acercan, sólo para el análisis.

Por aquellos aciagos tiempos del “Echeverriato” aparecieron tres libros de Luis Spota, parteaguas en la literatura política de la “verosimilitud” (ficción que parece realidad) que utilizaban personajes ficticios, pero que revelaban personajes políticos de carne y hueso.

El primero narra la larga y difícil travesía de un funcionario público para llegar a oír esas, que dichas por el Presidente son “PALABRAS MAYORES”, que se referían al momento cuando el Presidente de la República le comunica que Él será el “candidato de nuestro partido”.

En ese entonces, sólo existía un partido que mandaba. Ahora también.

MORENA, al día de hoy, ya ganó la elección en la que estamos los poblanos.

Con esas cuatro condiciones, ninguno habrá que cuestione ni las PALABRAS MAYORES, ni la decisión del líder nacional de MORENA, con Yeidckol o sin ella, con Monreal o sin él.

Esto es lo que necesariamente agrega mayor perversidad a todos los análisis que se refieren a la selección del candidato poblano en MORENA.

Ninguno de los dos precandidatos poblanos tendría el derecho de la antigüedad, ni en la amistad personal ni en la identidad política. Los dos son relativamente nuevos en su equipo y en Morena, aunque el más joven, Armenta, llegó primero.

El Presidente López Obrador pudiera estar entre una decisión emocional, afectiva, o una decisión política y de trascendencia a largo plazo para la Cuarta Transformación. De un lado muchas encuestas indican que Alejandro Armenta tiene mayores y marcadas preferencias morenistas y no morenistas; de otro, liderazgos locales morenistas quieren a Luis Miguel Barbosa.

Podría decirse que con cualquiera de los dos MORENA GANARÁ LA ELECCIÓN. Pero éste ya no es el único objetivo. El poblano será el primer gobernador sugerido por el presidente López Obrador y todos estamos atentos porque definirá el perfil que ante el  cerebro presidencial debe reunir cualquier candidato de ese nivel y señalará los tipos de caminos para llegar a eso.

Lejos estamos de aquellos tiempos en los cuales los presidentes anteriores pasaron de ser “el solitario de Palacio”, “el fiel de la balanza” y el “respetuoso de lo que diga el partido”, al “lo que diga mi dedito” de hoy.

Y es que el método y la señal sigue siendo la misma: el dedo y el “dedazo”.

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