STEM + A
Por: Raúl Miranda / @mirandaraul

Querido diario:

Asumiré que un ruquenial es una persona que siendo migrante digital, esto es entre 35 y 55 años (esto es ya rucos), se ve en la necesidad y extremo gusto de manejar esta cosas de la tecnología a pie juntillas (como lo hacen los Millennials), encajo perfecto.

Escribo esto mientras escucho Don’t Stop Believin’ de Journey, pero no lo hago ni en CD ni del disco duro de mi computadora, no en el iPod del cual se burló hace unos meses el primo Millennial si no en un playlist en línea. ¿Sabes, querido diario, lo que es entender que la música sea en línea? Uno de mis amigos cincuentones aún no lo entiende y tiene que ir a comprar los discos y meterlos a sus computadora, pero ¿cómo hacerlo si las computadoras ya no traen ranura para CD?

Esta mañana, muy temprano cuando aún no amanecía, tenía que ir a una reunión con personas que viven en donde el sol a esa misma hora ya estaba en todo su esplendor, me medio peiné y me puse una camisa, mi esposa me miró asombrada y me dijo “¿a dónde vas?”, yo contesté “a una reunión”, y me preguntó asombrada “¿vas a salir a la calle sin pantalones?”.

Lo que pasa, querido diario, es que las reuniones ahora ya son a distancia y nada mas sales a la vista en la videollamada de medio cuerpo para arriba; te cuento, querido diario, que muchas personas de mi edad hay veces que se rehusan a asumir esto y a fuerza quieren que te muevas de tu lugar de trabajo para estar contigo y verte a los ojos, ¿qué raro, no?

Eso del contacto humano se está perdiendo y en estos días la brecha generacional se hace cada vez mas intensa, pero eso, querido diario, a mí no me pesa porque soy todo un ruquenial.

Imagina este mediodía cuando entré un rato a Facebook (aún no sé si a perder el tiempo o a trabajar, pero entré) vi la foto de un amigo que nos contaba que estaba en San Francisco en la presentación de la computadora cuántica comercial de IBM y entendí de qué se trataba: soy un ruquenial.

Pero este camino no ha sido simple, querido diario, ya que a pesar de mi formación de computólogo y de que nunca he dejado de estar en esto, el pasar por varios modelos de trabajo, muy distintos todos: pasar de programar computadoras monocromáticas a eso del windows y luego al web y luego dejar de programar y hacer diseños y ahora a entenderle a la Inteligencia Artificial, sólo ha sido posible para mí gracias al modelo educativo STEM+A.

Ciencia, Tecnología, Emprendimiento, Matemáticas y Artes a la mano y con capacidad de aprenderlo gracias a internet, es maravilloso.

Pero si para mí no ha sido sencillo, me pongo a pensar en los de mi generación que no están tan en contacto con las herramientas, Apps o lo que sea. Seguro se la pasan muy mal y de manera cotidiana. Te sigo contando, querido diario.

En el trabajo tengo un colega veinte años menor que yo que se encarga de ordenar los proyectos (le llaman PM), este colega puso todas las tareas de todos los proyectos en una herramienta que sirve para dar seguimiento; proyectos de varios estados del país, de varias áreas del conocimiento y que son actualizados por varias personas en una sola pantalla: actualizaciones de personas que ni platican, sólo colaboran, está raro.

Pero así es y me pregunto, si a mí me costó como tres semanas de decisión meterme a actualizar mis proyectos sin platicar con nadie, ¿qué será de mis contemporáneos que a fuerza quieren y necesitan sentarse en una misma sala para discutir un proyecto?

¿Qué será de ellos? No lo sé, pero estoy seguro que sus organizaciones no avanzan a la velocidad que se mueven hoy día muchas, muchas otras.

Por ejemplo, mi compadre me mando una cotización por WhatsApp toda revuelta, sin orden en las columnas y renglones y después en otro mensajito me pone el precio total, se ve que lo sumó en hoja y papel porque al final me dice y lo cito “Disculpas por enviarlo así. No sé que hice con mi archivo y tuve que hacerlo a mano”.

Por eso, querido diario, me gustaría pedirle a los Millennials que nos tengan paciencia, somos muy difíciles para usar la tecnología; pero sobre todos a mis contemporáneos le digo que se pongan las pilas porque el mundo es así y las cosas ya no van a volver como eran antes, cuando el teléfono servía para hablar por teléfono; y si a ustedes no les interesa ponerse al día por ustedes mismos, pues háganlo por sus empresas que poco a poco se van a ir al despeñadero del olvido del mundo lento y desconectado.

Ya en la tarde una prima, que por supuesto también tiene por ahí de mi edad, tardó como 2 horas en llegar a la reunión familiar porque vino de visita a una ciudad que sólo medio conoce y en vez de usar la ubicación que le habíamos enviado, se salió dos veces en una salida incorrecta de la autopista y se puso a dar vueltas para llegar a la reunión. Mal por ella que se perdió las chalupas que hicimos.

Al final del día, en la misma reunión, otro primo que antes me había pedido que le diera a su esposa mi dirección, a pesar que ya se la había puesto a él en su WhatsApp, me dijo: “oye primo, dale mi teléfono a tu hermano”, y yo le dije “¿y para qué se lo doy si los tres estamos en el mismo grupo de la familia de esa herramienta? El primo me contestó casi sin hablar y con una tierna cara de un pequeño a punto de llorar que no sabía como sacar el teléfono de mi hermano del grupo de WhatsApp, que mejor se lo apuntara en un papelito a él y a mi hermano para que después lo anotaran en su teléfono y así pudieran platicar.

Todo eso pasó este día, querido diario.

Pero pensándolo bien, creo que este diario personal del ruquenial inicia y termina su publicación hoy mismo: si cuento más anécdotas de mis contemporáneos que no entendemos la tecnología, mis amigos y familiares ya no me van a querer ver ni saludar y para uno que está viejito, eso de hablar y ver a la gente a los ojos es todavía importante.