La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
Hay que ser puercos, pero no cochinos.
En eso podría reducirse el horroroso caso de las firmas falsificadas de Ana Teresa Aranda en su intento —desesperado— por ser candidata independiente a la gubernatura de Puebla.
Por cierto: su chiquero le ganó el último lugar de un buen número de candidatos.
Por si fuera poco, hoy que la señora aspira por enésima vez a la candidatura, acaba de aparecer un libro en el que quedan evidenciadas sus trampas y sus chapuzas: “Sin filias ni fobias”, de Santiago Nieto, ex titular de la FEPADE convertido hoy en director general de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda.
Las líneas que Nieto le dedica son de antología.
Vea el hipócrita lector:
“El antecedente inmediato (de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México) era Puebla, cuyo conflicto central fue la falsificación de firmas de la candidata independiente Ana Teresa Aranda. El Instituto Electoral nos dio vista con el expediente. La aspirante había presentado poco más de 200 mil firmas, pero resultó que 86, 139 tenían algún tipo de problema. Por un lado, muchos correspondían a las fotocopias de las credenciales de elector de beneficiarios de los programas sociales. Por otro, había una veintena de firmas en las que aparecían falsificaciones de las rúbricas de distintos secretarios ejecutivos del IFE y del INE: Fernando Zertuche, María del Carmen Alanís, Edmundo Jacobo. La hipótesis partía de la premisa de que alguien les había dicho a los operadores que falsificaran la firma que venía atrás de la credencial, pero al haber dos firmas —la del ciudadano y la del secretario ejecutivo— se habían equivocado y habían falsificado la del secretario. El asunto se judicializó en contra del representante que había aportado las firmas, pero la jueza señaló que debía imputarse también a la candidata. En eso iba el asunto al momento de mi remoción”.
Varias precisiones:
Según fuentes del PRI poblano, las fotocopias de las credenciales de elector de beneficiarios de los programas sociales salieron del partido tricolor, a quien le interesaba que Ana Teresa Aranda se le fuera encima —en la campaña y en los debates— al candidato José Antonio Gali, quien encabezaba la coalición del PAN-PRD-PT-Nueva Alianza y Movimiento Ciudadano.
La autoridad judicial nunca procedió en contra de los defraudadores.
El caso quedó archivado en un expediente denominado “Caca de Perro”.
Lo peor es que Ana Teresa Aranda —beneficiaria de Mario Marín y Javier López Zavala en su momento (al decir del panista Carlos Ibáñez)— podría ser la candidata del PAN en la elección a la gubernatura de Puebla.
Es lo único que faltaba.
Válgame Dios.