Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo

Una terrible batalla se aproxima, Puebla volverá a ser objeto de una pugna interna todavía más interesante que la propia elección extraordinaria; se trata del choque de trenes que habrá entre los dos aspirantes de Morena a la gubernatura Luis Miguel Barbosa y Alejandro Armenta Mier.

Como en los viejos tiempos del priismo, cuando la lucha era interna y quien resultaba candidato era gobernador; ahora sucederá en Morena, partido al que todos los estudios de opinión marcan como favorito para ganar Casa Puebla.

El panismo poblano está desarticulado y con el desdén de Comité Ejecutivo Nacional (CEN), sobre el cual recae todo el peso de haber abandonado a sus simpatizantes locales por haber negociado Baja California y dejar morir al morenovallismo de una vez por todas.

Con un PRI súper dividido: una parte con Armenta, otra con Barbosa, y las células locales compitiendo sólo para ver si se pueden quedar con las migajas de lo que alguna vez fue el partidazo, Morena tiene el camino libre para ganar la gubernatura sin problemas.

Ello ha enrarecido de nueva cuenta el clima político porque cuando todo parecía indicar que el camino estaba libre para la candidatura de Luis Miguel Barbosa, apareció en el escenario Alejandro Armenta Mier alterando la ecuación.

La lucha entre estos dos personajes será sin tregua y más despiadada que la de la propia campaña.

Aunque nadie debe engañarse, pues será el dedo divino de Andrés Manuel López Obrador el que incline la balanza hacia uno u otro lado, por más apoyos locales u nacionales que exhiba cada uno.

Reitero, los viejos tiempos del más rancio priismo están de vuelta, y nada ni nadie en este país se puede mover sin la sacrosanta voluntad del señor Presidente de la República. Que nadie se engañe.

Cuentan que cuando Mariano Piña Olaya era gobernador, a finales de la década de los 80, un joven político aspiraba a ser diputado federal; comenzó a sumar el apoyo de los diferentes sectores del tricolor y a multiplicar apoyos ciudadanos para ser legislador.

Loco de contento se dirigió a Casa Puebla con sus fólderes bajo el brazo con miles de firmas a su favor. Al estar frente al gobernador, el joven político le expuso al mandatario estatal su interés por ser diputado federal y le mostró una parte de los miles de apoyos que había conseguido.

El gobernador apenas ojeó las carpetas y de inmediato se dirigió al joven político para decirle: 

“Oiga, muy bien, veo que tiene todos los apoyos, pero ahí veo que hace falta uno”, le dijo.

El joven le contestó: “Cuál, señor gobernador, tengo prácticamente todos”.

La respuesta lo dejó helado: “No señor, sólo falta uno: el mío”.

Está por demás decir que ese joven político no fue diputado. Sirva esta anécdota para no perder de vista que, aunque la vida democrática de Morena está en juego y su viabilidad como partido político en Puebla, nadie debe engañarse: estamos en los viejos tiempos cuando el que “se movía no salía en la foto”. Eso nadie debe perderlo de vista.

El único voto que vale es el del señor Presidente y creo que eso les debe quedar muy claro a quienes aspiran a la candidatura de Morena a la gubernatura; no es un tema de popularidad, es uno de afinidad política e identidad con el titular del Ejecutivo federal, ni más ni menos. Para eso es el poder de la Presidencia de la República; hoy, en Morena, como en los viejos tiempos del PRI, existe un jefe máximo.

Es verdad que los cocodrilos vuelan, nada más que bajito.

−¿Qué horas son?–

Las que usted diga, señor Presidente.

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