María Núñez Barojas, representante y fundadora del grupo, señaló que el daño cometido por las autoridades ha sido irreparable, pues todas las carpetas de investigación del colectivo adolecen de las mismas anomalías, como inacción y violaciones.
Por: Ilse Contreras
La espera no es lo único difícil para alguien que busca un familiar desaparecido, sino los obstáculos e indiferencia en los Ministerios Públicos para avanzar en las investigaciones y dar con el paradero de la persona.
Desde octubre de 2018, el colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla se consolidó como un grupo de familias que desde hace años no ha vuelto a saber de sus seres queridos y los busca a través de diferentes medios.
En entrevista con 24 Horas Puebla, María Núñez Barojas, representante y fundadora del grupo, señaló que los daños han sido irreparables, pues todas las carpetas de investigación del colectivo adolecen de las mismas anomalías: omisiones, inacciones y violaciones al dejar pasar elementos fundamentales para dar con el familiar, como videos de la última vez que se supo de la persona, m los cuales –dijo– se toman meses en solicitarlos.

Actualmente, indicó que se han sumado 20 familias de Tehuacán, Cañada Morelos, Palmar de Bravo, Atlixco, Ciudad Serdán, Xicotepec de Juárez, Huauchinango y Puebla capital, que aún no saben el paradero de uno de sus integrantes.
“Tenemos el caso de Michelle Jiménez Toxtle, (quien) desapareció hace casi tres años en San Pedro Cholula (…) el ministerio público en su momento se equivocó de empresa telefónica para pedir las sábanas de las llamadas, al día de hoy ese dato se dejó perder porque la información del teléfono de una persona dura dos años; después se borran”, refirió.

Núñez Barojas resaltó el miedo que tienen las familias para denunciar las desapariciones, sin embargo, dijo que poco a poco se ha generado mayor confianza para que se acerquen al colectivo, pues además de ayudar a fortalecerlas para enfrentar el proceso se brinda asesoría jurídica y acompañamiento ante los MP.
La también abogada destacó que con el actual encargado de despacho de la Fiscalía General del Estado (FGE), Gilberto Higuera Bernal, el trato ha sido más amable con los familiares de desaparecidos y se les ha dado acceso a las carpetas de investigación, además de que prometió crear una unidad especializada para la búsqueda de personas desaparecidas.
Sin embargo, en su experiencia –también su hijo Juan de Dios está desaparecido– y la del resto del colectivo, acusó que la Policía Ministerial no investiga y, si lo hace, filtra información que los testigos brindan, “la van a vender con los sospechosos y les dan pauta para que desaparezcan los indicios”.
“Ellos son el negrito en el arroz, porque no ayudan; al contrario, obstaculizan y tratan de desanimar a la familia porque lo primero que te dicen es: ‘¿Pues en qué anda su hijo, con quién se juntaba?’, y si se trata de una chica: ‘¿Pues no estará con el novio?’, o sea, gente ignorante, tan irresponsable y tan falta de ética personal porque si bien no queremos que nos apapachen, pedimos que hagan su trabajo”, refirió.
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El 2 de abril de 2008 fue la última vez que Susana Serrano Posadas vio a su hermano José María, tenía 24 años, ella lo describe como un joven delgado, de cara ovalada, ojos negros, cabello abundante, nariz aguileña, con una cicatriz en la frente y una perforación en el oído izquierdo.
La incertidumbre de no saber qué pasó con él
o dónde estará es
permanente.
Refiere que José trabajaba en un Elektra del Centro Histórico, en marzo lo despidieron y en abril salió de su domicilio, en el norte de la ciudad de Puebla, sin decir dónde iba.
“A veces pensamos que le pasó algo en el camino, porque cuando salió agarró su mochila, se echó dos mudas; dijo que regresaba en unos meses, agarró la bicicleta y se fue”, señaló.
Susana comentó que desde los 20 días de su ausencia cada semana revisa carpetas de personas que mueren y no son identificadas, y aunque es “tedioso y doloroso” y le ha afectado en su salud, no se dará por vencida.
“Vamos a hacer lo posible por encontrarlo, buscarlo con vida, o si está muerto lo vamos a aceptar, pero queremos saber qué pasó con él”, por lo que pidió a las autoridades dar celeridad a la investigación de los más de dos mil casos registrados en el estado, incluyendo el suyo.

