Carlo Ponzi recibió una condena de cinco años de cárcel por estafar a miles de personas bajo un esquema que hoy se conoce como “Piramidal”. 

Plumas Ibero
Por: Octavio Dettmer García

En 1929 el inmigrante italiano Carlo Ponzi fue arrestado y declarado culpable en Boston Massachusetts, Estados Unidos; recibió una condena de cinco años de cárcel por estafar a miles de personas bajo un esquema que hoy se conoce como “piramidal”.

La empresa de Carlo Ponzi, Securities Exchange Company, ofrecía 50% de ganancias en intereses sobre el capital invertido, en un plazo de tan sólo dos meses a cada uno de sus clientes inversionistas. Rendimientos y beneficios imposibles de obtener en los mercados financieros de aquella época, al igual que hoy en día. Ponzi recurría al capital de nuevos inversionistas para pagar el interés a los primeros inversores, quedándose para sí con una utilidad de 50% de cada depósito.

El financiero Clarence Barron descubrió y publicó que la empresa de Ponzi, Securities Exchange Company, no contaba ni con 1% de capital para hacer frente a sus obligaciones de pago y, tal como ocurre en todos los mercados financieros, el miedo y la incertidumbre sobre el negocio, son los factores principales que generan el masivo reclamo de la inversión monetaria invertida; es en ese momento que se evidencia el fraude y lamentablemente los optimistas que apostaron a dicho modelo de inversión, pierden su patrimonio.

El modelo de estafa Ponzi ha recorrido cada rincón del planeta y cada una de sus épocas adaptándose y tropicalizándose de acuerdo a las necesidades del entorno; manteniendo el siempre atractivo sueño de enriquecerse rápidamente y con el mínimo esfuerzo.

A la lista de fraudes “Ponzi”, le su- ceden casos como: Bernard Madoff, TelexFree, Afinsa, Fórum Filatélico, la Flor de la Abundancia, Mandala de la Abundancia, Telar de la Abundancia, Inversiones en Oro, entre otros modelos piramidales asocia- dos a productos que no satisfacen necesidad o deseo alguno.

En el mundo actual de las redes y la información, parece increíble que esta modalidad de robo funcione y atraiga a miles de personas sin importar la edad, profesión o nivel socioeconómico. Existen entre las víctimas dos factores en común que detonan la decisión de invertir en estas empresas: El primero es que la persona cuenta con algún dinero ahorrado o puede hacerse de un préstamo inmediato. El segundo

tiene que ver con el íntimo anhelo de obtener altos rendimientos con el mínimo esfuerzo o en la confianza que el “inversor” le tiene a la persona que le invita a participar.

Las empresas estafadoras han ido sofisticando sus técnicas de atracción, incorporando por supuesto las redes sociales, así como todo un andamiaje de congresos y charlas pseudo motivacionales que pretenden sustituir el sólido conocimiento

derivado de una educación o experiencia formal en negocios; así se encuentran páginas aspiracionales de emprendedores que comparten su empresarial estilo de vida y don- de abundan frases “clichés” de éxito, a ello se le han sumado técnicas de Network Marketing o Mercado Multinivel que, bajo este esquema dual, ofrecen productos energéticos o bebidas “milagro” capaces de curar cualquier tipo de enfermedad. La promesa es la misma: el prospecto puede enriquecerse en poco tiempo siempre y cuando reclute a más personas que deseen beneficiarse consumiendo el producto o distribuyéndolo entre sus conocidos.

Entonces ¿Cómo se puede distinguir si una empresa es verdaderamente multinivel o es un modelo piramidal de estafa Ponzi? Existen algunas variables que permiten re- conocer a las primeras:

A. El producto que se debe vender no satisface una necesidad básica (comida, aseo personal) o un deseo (ropa, zapatos, artículos para el hogar).

B. Aun cuando se diga que el pro- ducto es maravilloso, no se obtienen ganancias sólo por las ventas, pues no existe una demanda suficiente o para obtener utilidades es obligatorio reclutar a otras personas.

C. Cuando en los recibos que la empresa genera no hay un concepto por pago de impuestos o carece de registro de contribuyente.

D. Cuando el corporativo de la empresa se encuentra en un paraíso fiscal como la Isla del Commonwealth. E. Cuando se solicita una cuota de entrada ajena a la compra de pro- ductos y se exige un pago para asistir con obligatoriedad a congresos motivacionales.

Es lamentable que este tipo de empresas se aprovechen de la necesidad de las personas, de la nula cultura de la denuncia, la mala educación financiera y la opacidad de las autoridades.

Sin duda lo más lamentable es seguir leyendo la realidad exactamente igual que en la época de Carlo Ponzi; para lograr las metas personales y/o profesionales se siguen buscando atajos y la aplicación del mínimo esfuerzo, aun cuando eso implique poner en riesgo el patrimonio de amigos y familiares…“Hola, gracias por aceptarme ¿te puedo hacer una pregunta?”