Este contacto tiene un sinfín de beneficios, especialmente para los niños

Por: 24 Horas-El Diario Sin Limites

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, y publicado en la web científica Proceedings of the National Academy of Sciences, asegura los niños que crecen en entornos más verdes tienen mejor salud mental durante la etapa adulta; reducen hasta 55% el riesgo de desarrollar trastornos mentales.

Entre los beneficios de vivir en contacto con la naturaleza están: la creatividad de los niños, levantar el ánimo, reducir el estrés, mejorar la agudeza mental, el bienestar y la productividad, promover las conexiones sociales y fomentar la actividad física. Incluso las lecciones prácticas al aire libre son más fáciles de recordar por los niños.

Un grupo de investigadores daneses, aseguran que los niños que crecen durante la primera parte de su infancia rodeados de espacios verdes, disminuyen de manera gradual el riesgo de desarrollar un trastorno mental en la etapa adulta.

Sin embargo, cada vez son más los niños y adultos que padecen trastorno por déficit de naturaleza, cuya característica principal es la inadecuada relación entre nosotros y el entorno natural.

El hecho de no pasar tiempo al aire libre repercute negativamente en la salud de niños y adolescentes, especialmente en aquellos con enfermedades crónicas como diabetes y asma, favorece la obesidad, implica un riesgo de déficit de vitamina D y afecta el desarrollo neurocognitivo.

Por ellos, se recomienda poner en práctica sencillas pautas que fomenten esta conexión. Como disfrutar de un paseo matutino rumbo al la escuela, visitar un parque cercano, practicar deporte en familia o pasear por el campo y salir de excursión son excelentes alternativas para enriquecer las relaciones familiares y contribuir positivamente a nuestra salud.

Lo que debes saber:

Estas enfermedades han sido señaladas por las autoridades sanitarias como trastornos relacionados con el medio ambiente:

Obesidad global infantil.

Patologías respiratorias; han duplicado su prevalencia desde 1980 y el 10% de los niños padecen asma; los trastornos del espectro autista, el déficit de atención y la hiperactividad afectan ya a uno de cada 80 recién nacidos.

El cáncer infantil y adolescente incrementa su incidencia entre 1% y 1.5% anualmente.

Otras enfermedades endocrinológicas como alteraciones tiroideas, diabetes o anomalías en la pubertad y el desarrollo también siguen una pauta ascendente.