Diario de Viaje
Por: Pablo Íñigo Argüelles / @piaa11

El evento social, sea cual sea, es este laboratorio en el que podemos observar la condición humana en su máxima expresión. Como quien dice, en los eventos sociales, sacamos el cobre. Usted nombre el evento social de su preferencia y yo le daré una razón para confirmar que, efectivamente, podemos conocer mucho de nosotros por cómo nos comportamos-vestimos-actuamos en cualquiera de los eventos en cuestión.

El evento social es esto que está muy dentro de nuestra genética y nuestros corazones, es una cultura por sí misma. Quizá sea debido a la tradición histórica de matar al chivo y hacerlo en mole para festejar desde lo más absurdo, o provenga su razón, tal vez, de la costumbre de cerrar la única calle del pueblo e invitar al sonidero de moda a que recite cada uno de los apellidos de la cuadra mientras pone sus mejores cumbias; no importa, pero yo, en ningún otro país, he visto existir la cultura del evento social con tanta vehemencia y variedad.

Empecemos por sus queveres literarios, porque han de saber que como toda cultura y subcultura, la de los eventos sociales cuenta su propia historia:

“Salón de fiestas Risitas”, “Salón Canicas”, “Salón Naricitas”. Los nombres de los lugares en donde se llevan a cabo los diferentes acontecimientos de sociedad, tienen una gran importancia, ya que, como el título de un cuento, nos dota de la primerísima pista de lo que vendrá después. Si nos invitan a un bautizo que se llevará a cabo el próximo domingo en el Salón-Jardín “Las Culebras”, sabemos de antemano que probablemente hemos sido invitados a todo menos a un  bautizo.

Como habrán visto en los ejemplos anteriores, yo he llegado a sospechar de que los responsables de nombrar los salones de fiestas son los mismos payasos que ofrecen el show, aunque hay otros que pienso que seguro son nombrados por el pariente que sabe (o dice que sabe) hablar francés, porque vamos a decirlo, un nombre en francés vende, y vende mucho más:

Salón-Jardín Gallete

            Sociales Crème de la Crème.

            Salón Palacio de Versalles

El lugar donde se lleva a cabo el evento, trae consigo el mensaje.

En la Puebla de mi infancia había un salón en la Recta a Cholula que llevaba por nombre “La Isla del Tesoro”. Era un sueño mío y de casi todos mis compañeros de clase tener una fiesta de cumpleaños ahí, por la simple razón de que había una réplica de un barco pirata en medio del jardín, mismo en el que se podían inventar los mejores juegos. Era el salón de moda y si te invitaban a una fiesta ahí, ya sabías que sería el mejor viernes del mes.

Después de los aspectos literarios están los estéticos. Usualmente los eventos sociales se llevan a cabo en salones con motivos kitsch, como una escalera imperial de barandales dorados para que haga entrada la quinceañera, o estatuas griegas hechas de yeso, o bodegones impresos en lona. Además, los invitados nos regalan una explosión visual de vestidos, guayaberas, zapatos y sombreros que nos indican las pretensiones de quienes los portan.

Vayan a una boda de noche y tendrán el último grito de la moda, pero dejen a los invitados una hora en la pista de baile y verán que el glamour, si es que alguna vez lo hubo, se ha esfumado: las mujeres portarán pantuflas y se arremangarán las telas de sus vestidos largos y los hombres, ¡ay, los hombres!, se verán lo más parecido a Clavillazo.

Además, yo no sé en qué revista lo hayan visto, pero está de moda combinar la funda del celular con la corbata y los calcetines, y en el caso de las mujeres, combinar la funda del celular con el color de las uñas de los pies y de las manos.

Si eso no es mal gusto, yo no sé qué es entonces.

Y así como su literatura y su estética, los eventos sociales obviamente tienen su música. Cómo no. Yo no sé, pero en cuanto a la música para ambientar un banquete, hay de dos: o ponen versiones Bossa Nova de canciones de los Rolling Stones o versiones en violín de los éxitos del momento. Mi favorita: Viva la Vida, de Coldplay. Lo anterior es cortesía de un “disc jockey” panzón que elige listas de reproducción de YouTube buscando “música para banquetes”.

Finalmente está la parsimonia del evento social. El saludo, la palmada en la espalda, el apretón de cachetes, la pose para la foto, la invitación, el regalito, la mesa de dulces, el D.J. o banda, según sea el caso y las presentaciones, las malditas presentaciones; el discurso del padrino o del papá de la novia y lo mejor de todo: el ministro de la iglesia que siempre quiso ser standupero.

Y cuéntenme ustedes, ¿a cuántos eventos sociales asistieron en el puente?

Seguiré contado.

***

PS

 

Cuando el vestido es tan grande que no sabes si es novia o quinceañera.