Bitácora
Por: Pascal Beltrán de Río / @beltrandelrio

Hoy hace 500 años se dio uno de los hechos simbólicos fundacionales de la nación mexicana: el encuentro de Hernán Cortés y Malinche.

Después de ser derrotados por los hombres de Cortés en la Batalla de Centla, los indígenas chontales, encabezados por su cacique Taabscoob, entregaron a los españoles un botín consistente en joyas, pieles, animales y plumas de aves preciosas, así como una veintena de jovencitas.

Entre ellas estaba Malinche –o Malintzin o Malinalli o doña Marina–, hija de un adelantado mexica, originaria de Painala, población ubicada en el actual municipio de Oluta, en el sur de Veracruz.

A la muerte de su padre, Maliche fue vendida a un grupo de traficantes de esclavos y, después de una guerra, entregada como botín a Taabscoob, el mismo que luego la regalaría a Cortés. El conquistador cedió a la joven a uno de los hombres de su expedición, Alonso Hernández Portocarrero, pero acabó quedándosela al darse cuenta de su facilidad para comunicarse en náhuatl con los representantes que Moctezuma había mandado al encuentro de Cortés.

En torno de Malinche se construyó un símbolo cultural mexicano equivalente a la traición y el menosprecio a lo propio en favor de lo extranjero.

En “Los hijos de Malinche”, uno de los nueve capítulos de El Laberinto de la Soledad, Octavio Paz escribe lo siguiente:

“Doña Marina se ha convertido en una figura que representa a las indias, fascinadas, violadas o seducidas por los españoles. Y del mismo modo que el niño no perdona a su madre que lo abandone para ir en busca de su padre, el pueblo mexicano no perdona su traición a Malinche. Ella encarna lo abierto, lo chingado, frente a nuestros indios, estoicos, impasibles y cerrados. (…) De ahí el éxito del adjetivo despectivo ‘malinchista’, recientemente puesto en circulación por los periódicos para denunciar a todos los contagiados por tendencias extranjerizantes. Los malinchistas son los partidarios de que México se abra al exterior: los verdaderos hijos de la Malinche, que es la Chingada en persona”.

Y agrega: “Nuestro grito es una expresión de la voluntad mexicana de vivir cerrados al exterior, sí, pero sobre todo, cerrados frente al pasado. En ese grito condenamos nuestro origen y renegamos de nuestro hibridismo. La extraña permanencia de Cortés y de la Malinche en la imaginación y en la sensibilidad de los mexicanos actuales revela que son algo más que figuras históricas: son los símbolos de un conflicto secreto, que aún no hemos resuelto”.

Han pasado casi 70 años desde que Paz pinceló así la interpretación colectiva que en México se ha hecho de la Conquista. Y si bien permanece el rechazo al carácter híbrido de nuestro origen como nación, con el tiempo se ha dado una revisión del papel que jugó Malinche.

Ella ya no es, por fortuna, la meretriz que traicionó a su pueblo al ayudar a Cortés a someterlo –una visión que se sintetizó en el desafortunado término malinchismo–, sino más bien una mujer que logró salir adelante frente a las múltiples adversidades que le tocó vivir; y que consiguió, con sagacidad, convertirse en una figura influyente y poderosa de su tiempo.

¿A quién traicionó Malinche?, cabe preguntarse. ¿A los mexicas que la vendieron? ¿A los popolucas que la esclavizaron? ¿A los chontales que la entregaron como botín a los vencedores en los pantanos de Centla?

Esa lenta, pero firme reinterpretación de Malinche da esperanza de que los mexicanos podamos algún día, por fin, deshacernos de nuestros pleitos con el origen y dejarnos de victimismos, para abrirnos al mundo, abrazar nuestro potencial para alcanzar la excelencia y entender que tradiciones y modernidad no tienen que ser conceptos antagónicos.    

Buscapiés

Con capital de Arabia Saudita y China se construirá en el puerto pakistaní de Guadar la tercera refinería más grande del mundo. De acuerdo con el diarioPakistan Today, sólo falta la firma de un memorándum de entendimiento entre los tres países para echar a andar el proyecto, cuyo costo se estima en 10 mil millones de dólares. Se espera que la refinería produzca entre 250 mil y 300 mil barriles de petrolíferos una vez que se termine, en 2024. En los próximos dos años, sólo se va a realizar trabajo de planeación. Construir y poner en operación una refinería en tres años parece poco factible.  

Otro ejemplo es la refinería STAR en Izmir, Turquía. Fue construida por la petrolera estatal azerbaiyana SOCAR e inaugurada en octubre pasado por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Sin embargo, apenas comenzará a producir combustible este año. El costo estimado de la refinería fue de seis mil 300 millones de dólares y se espera una producción máxima de 214 mil barriles diarios. La obra arrancó en octubre de 2011. Es decir, después de siete años de construcción, no había salido de su planta de destilación un solo barril de gasolina. Los plazos técnicos no siguen el calendario político.