Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva
La reactivación política de Mario Marín Torres es plena tras la caída del morenovallismo, por la muerte de sus líderes. El enésimo “regreso” del ex gobernador no tiene cortapisas y va por el priismo en el estado. Además, tiene la meta de hacerse, en el mediano plazo, también de posiciones nacionales. La candidatura de Alberto Jiménez Merino a Casa Puebla; la obtención de la dirigencia –con Lorenzo Rivera Sosa– y de las principales posiciones del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI, así como los cambios que se registrarán en los próximos días en los sectores de ese partido, son evidencia de la resucitación absoluta del marinismo. Marín va por todo y su intensa actividad estaría delatando también un acuerdo con Morena.
El llamado Góber precioso busca incluso el resurgimiento de su propia carrera política.
El camino que ha comenzado a andar tras la muerte de Rafael Moreno Valle muestra que en 2021 podría regresar a la vida pública en alguna posición legislativa, seguramente plurinominal.
Hoy, el escenario es muy distinto al que vivió durante el morenovallismo.
El ex mandatario quiso retomar sus actividades políticas desde su primera reaparición pública, el 24 de agosto de 2014, y con otras más, esporádicas.
Su actividad proselitista intentó ser intensa en su partido y en Puebla.
Sin embargo, entonces fue frenado en seco.
En el verano de 2015, en medio del proceso electoral federal, el entonces poderoso operador morenovallista y diputado local, Eukid Castañón Herrera, citó a los jerarcas priistas para hacerles una advertencia sobre el activismo del ex mandatario:
“O lo guardan ustedes o lo guardamos nosotros en San Miguel (penal estatal)”.
A la caída del morenovallismo, el Góber ya no opera en las sombras.
Lo hace a plena luz.
Su actividad es presencial, como en la unción de Jiménez Merino como candidato priista a la gubernatura, el 15 de marzo pasado.
Él es su pupilo y su alfil.
Ahora, sin ataduras ni amenazas, plácido se apodera del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Y va por todo el priismo.
Dirigencia estatal, con la mayor cantidad de posiciones, y también sus sectores.
La llegada de Rivera Sosa como presidente del CDE, es la prueba.
El ex delegado de Desarrollo Social (Sedesol) es una de sus piezas fundamentales.
La candidatura ya la tiene también Marín.
En ese tema específico, parecería subyacer un acuerdo con Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
La postulación de Alberto Jiménez Merino da la apariencia de ser muy cómoda para la gran alianza que encabezarán el partido lopezobradorista y Luis Miguel Barbosa Huerta como abanderado.
Este acuerdo viene después del estatequieto que le dieron a Marín la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, y el mismo Andrés Manuel López Obrador, con la reactivación de la investigación por el Lydiagate.
Ésta, para cumplir con la resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Antes, lo tenían del cuello Eukid y Moreno Valle.
Ahora, el gobierno lopezobradorista.
Sin embargo, bajo esos acuerdos, Mario Marín se mueve con nueva libertad.
Opera, se luce y se deja querer.
Como en los mejores tiempos.
Y es que hay quien lo quiere, sobre todo en el interior del estado.
Es otra vez protagonista de su entorno.
Y busca ser dueño del PRI…
Nuevamente.
Porque nuevamente es el héroe de la película, ¡papá!