A diferencia de hace unos días, en el cierre de precampaña estuvo sola; su esposo, el diputado local José Juan Espinosa Torres no acudió a su último evento, ni tampoco sus hijos.
Por: Guadalupe Juárez / Iván Reyes
Nancy de la Sierra Arámburo llega a su último acto de precampaña acompañada de dos personas y atraviesa el patio de una casona en el Centro Histórico donde con todo y medios de comunicación, apenas son 70 personas.
Nancy está sola. A diferencia de hace 10 días cuando su marido, el diputado José Juan Espinosa Torres —quien incluso ya se veía como parte del gabinete estatal— y dos de sus hijos, no se encuentran.
Y la soledad de Nancy se hace más evidente, porque las pocas porras con su nombre no van más allá de las cuatro paredes de la casona.
Y así, dice que las “vacas están extinción” y que de ser posible, ella llevaría el modelo Montessori a la escuela pública. Y que cuando a los niños de “ciudad” les pregunta de dónde viene la leche, ellos le responden que “del súper”, que por eso les muestra la vaca que tiene en el colegio.
Sí, ese colegio Montessori en Atlixco que le fue criticado en campaña del proceso electoral pasado por formar parte de su fortuna familiar. Sí, ese donde ella ha sido directora.
Su cierre de precampaña sigue. La intervención de la ex priista es la respuesta a la participación de un grupo de “representantes de diferentes sectores”: jóvenes, mujeres, campesinos, maestros, personas con discapacidad, abogados, médicos líderes ejidatarios, tianguistas y comerciantes ambulantes que al inicio del evento le expusieron sus inquietudes.
Pero Nancy no logra conectar del todo con ellos.
En su discurso, cuando ya ha logrado mostrar empatía por las actividades de una ama de casa, trastabilla con el nombre de uno de los presentes.
—Genoveva.
— Nooo, Genovevo.
— Ah, Genovevo, manito, ya te cambié el nombre. So…
LA CHANCLA
La ex delegada de Prospera intenta de nueva cuenta hablar lo más cercana a sus invitados —que llevan playeras y gorras con su nombre— y por eso les dice que los comprende.
Les dice que ella sabe lo que es levantarse temprano, hacer el desayuno, llevar a los niños a la escuela, ir a trabajar y después de un largo día, llegar a casa a hacer la cena, bañar a los niños y, todavía el “marido quiere que esté dispuesta…”, remata.
Nancy dice que es necesaria la educación, que a un niño hay que obligarlo a ir a la escuela, que si no quiere, entonces “chancla”. Que hay que incentivarlos a cumplir con sus tareas, a respetar a sus maestros y si no se puede, “chancla. Es efectiva. La de plástico duele más”, dice. Pero pese a las risas, sigue sola. Ni el coffee break logra que todos se queden a escucharla.