Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo

Con todo y que es un excelente perfil, el ex rector de la Udlap, Enrique Cárdenas Sánchez, no termina por convencer a quienes en los hechos son sus aliados, los dirigentes de los partidos políticos que le prestaron sus siglas para ir a la contienda electoral de este 2 de junio.

Marko Cortés, presidente nacional del PAN, y el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien ha tomado el mando al interior de Movimiento Ciudadano, ven con escepticismo el papel de Cárdenas al inicio de esta contienda.

Una decisión que tiene por demás molestos tanto a Cortés como a Alfaro es el hecho de que el candidato en Puebla haya decidido ocultar los colores y las marcas de los respectivos partidos que lo acompañan en la campaña y se haya envuelto en los de la organización Sumemos.

Ambos personajes consideran que está bien que Cárdenas se sienta un personaje emanado de la sociedad y representante de la misma, pero sin sus marcas jamás hubiera podido contender y los partidos políticos necesitan votos, los cuales se traducen después en prerrogativas.

Tanto Cortés como Alfaro se juegan mucho en Puebla. El presidente nacional del PAN vive con toda la presión del mundo sobre sus hombros porque sabe que un fracaso en Puebla, sumado a otro en Baja California, podrían ser su fin.

El panismo nacional y principalmente el de Guanajuato, que se apresta para hacerse del control de Acción Nacional, no le perdonarían dos fracasos en entidades donde antes gobernaba el albiazul.

Puebla había sido ganada por el PAN con Martha Erika Alonso, el panismo nacional se dejó arrebatar la gubernatura interina y ahora perder la elección extraordinaria sería el acabose.

Baja California es una entidad emblemática para el panismo, la primera gubernatura ganada en 1989 de la mano de Ernesto Ruffo Appel, perderla luego de 30 años de panismo en el poder sería un fracaso rotundo. De ese tamaño es lo que se juega Marko Cortés.

Del otro lado, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, se lanzó a su primera aventura electoral tratando de seguir los pasos de Rafael Moreno Valle, precisamente en Puebla, entidad donde impulsó precisamente al ex rector de la Udlap como su candidato.

Alfaro necesita que crezca la marca de Movimiento Ciudadano y del PAN, pues pretende erigirse en 2024 como el abanderado de estas dos fuerzas políticas y convertirse en el líder de la oposición a Morena y a la reelección de López Obrador.

De la misma forma, sabe que sus aspiraciones de convertirse en candidato a la presidencia y de poder competir en 2024 pasan por el hecho de comenzar a formar estructura y en la medida de lo posible, ganar gubernaturas con candidatos afines a su proyecto.

Al parecer 2019 no será su año, ya que Cárdenas en vez de hacer hincapié en las marcas de su partido y hacerlos crecer entre la gente, las oculta y privilegia su posición de ciudadano, razón por la cual el mandatario de Jalisco decidió frenar una serie de apoyos que tendrían como destino Puebla, a través de amigos empresarios, ya que no ve con agrado la estrategia empleada por su candidato.

Por si fuera poco, no se ve orden al interior de la campaña del académico, quien se ha visto sumamente limitado en cuanto a apariciones en público, su proselitismo se limita a acciones en la capital, la cuales no cuentan con ningún impacto y desaprovecha temas torales como el de la inseguridad, así como criticar a su adversario (Barbosa) a quien no lo ha tocado “ni con el pétalo de una rosa”.

Moreno Valle destrozó a Javier López Zavala y a Mario Marín en 2010 porque en el imaginario ganó la guerra de la percepción, en el célebre discurso dirigido en la explanada de la secretaría de Finanzas. “Yo no lo tengo miedo a Mario Marín”, ahí la gente se convenció de que era el líder que la oposición necesitaba.

Cárdenas con su tibieza y con un discurso que aún no encuentra el centro del mood social, a poco o nada puede aspirar si no da un viraje de 180 grados en los próximos días.