Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo

Mi amiga, la brillante periodista y mercadóloga Ruby Soriano esta semana puso el punto sobre las íes y abrió un tema digno de ser debatido en diferentes foros de expresión: ¿Tienen aún razón y sentido las campañas?

Las campañas políticas, como tales, han perdido su razón de ser y ya no entusiasman a nadie. Los viejos mítines de 40 mil o 50 mil personas para mostrar el músculo, u apoyo popular, son cada vez menos exitosos.

Los topes de campaña impuestos por el Instituto Nacional Electoral (INE), así como las limitantes en la propaganda, como la prohibición de colgar pendones en calles, han eliminado el sabor de la campaña política, aunque —en este caso— es una manera más que justificada por el daño que los plásticos provocan al medio ambiente.

Lo cierto es que en el caso de contiendas tan abiertas como la extraordinaria de Puebla, donde confluye de nueva cuenta uno de los candidatos (Barbosa), quien estuvo en la boleta el pasado proceso, hace que parezca hasta innecesario llevar a cabo una nueva campaña y también una elección.

Ya lo mencionábamos al inicio de la semana, la ventaja de Barbosa es tal y sus adversarios políticos, en el papel, Cárdenas y Jiménez Merino, hacen tan poco por alcanzarlo, que por supuesto que la pregunta viene a colación. ¿Tienen sentido las campañas?

Este es un tema por demás polémico, sin embargo, lo cierto es que la participación ciudadana en los procesos es cada día menor.

Mucho se ha debatido sobre la duración de este tipo de exposiciones, acerca de si debe durar la campaña presidencial 90 días o sólo 60, como ocurre en la elección a gobernadores. Hay quienes piensan que 30 días son tiempo suficiente para que los candidatos hagan sus exposiciones.

La verdad es que el tema es rico en cuanto al debate. Es necesaria una nueva reforma electoral para México que cambie las restricciones interpuestas al gasto de los partidos en medios de comunicación y otras medidas encaminadas a la libre difusión y exposición.

Las campañas políticas, tal y como las conocemos actualmente, deben cambiar, para volver a ser atractivas hacia el electorado, ya que actualmente casi todo se concentra en las redes sociales, que se han convertido en el verdadero campo de batalla.

Este tema es uno de los muchos que deberán ponerse en la palestra, una vez que termine el actual proceso electoral y tenga que hacerse una revisión de la vida política de Puebla para los próximos cinco años.

 

LOS PRIMEROS TRES MESES MÁS VIOLENTOS EN MUCHOS AÑOS

Una de las grandes preocupaciones de quien sea el próximo gobernador es el panorama político y social que va a heredar, es decir, cómo le van a dejar el estado.

Y es que la descomposición en materia de seguridad parece no tocar fondo.

Puebla vivió en los meses de enero, febrero y marzo el trimestre más sangriento de los que se tenga memoria.

Los asaltos, las muertes con violencia, los descuartizados y los levantados, se convirtieron ya en la constante de la nota roja poblana.

Puebla capital y su zona conurbada rivalizan con otros estados como Jalisco y su zona conurbada, Veracruz, Guanajuato y Tamaulipas, como los lugares más violentos del país.

Las cifras señalan que la violencia contra las mujeres también va en aumento, al igual que las denuncias por violencia intrafamiliar, una constante dentro de las agencias del Ministerio Público que no se dan abasto.

El nuevo gobernador tendrá en la inseguridad una verdadera bomba de tiempo y deberá dedicar todo su tiempo y energía para recuperar la tranquilidad perdida.