Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso 

Hemos iniciado una transformación deliberada. Algunos totalmente convencidos, otros con la pertinencia de la duda que merece todo proceso social que quiere trascender y algunos, pocos por cierto, sólo con la inercia.

Como sea, vamos todos.

Cada uno con la percepción que les permite la realidad de su vida, pero todos con la intención de cambiarla.  Ninguno puede estar contento, ninguno debe estar satisfecho con lo que hay.

La vida es para vivirla como queremos.

Los viejos patriarcas de la humanidad nos heredaron en pensamientos, un patrimonio tan valioso y útil, que a lo largo de miles de años subsiste. Por eso les llamamos valores.

La idea siempre ha sido construir libertad para poder materializar las ideas, pero en un ambiente de acuerdo colectivo que garantice a cada uno lograrlo y al mismo tiempo a todos.

La política, concebida como ciencia, como instrumento, como ejercicio, debe construirse en esos valores universales y casi permanentes.

La autoridad o la representación popular no puede, ni debe, ni hay que dejarles,  olviden ese compromiso fundamental del pacto por el cual los humanos gestamos sociedad.

Quienes gobiernan ahora supieron entender la inconformidad, el coraje y la impotencia de modelos de gobierno anteriores que fueron incapaces de construir sus decisiones en la transparencia y en la honestidad.

Nos convocaron a canalizar odio y esperanza hacia una nueva etapa nacional, diferente.

Su responsabilidad moral ahora, debe desprenderse de la honestidad y transparencia que comprometieron en esa invitación a la transformación que ellos mismos ubicaron a la altura de las 3 grandes transformaciones anteriores.

Para lograr esta 4a. transformación nacional, quienes gobiernan y quienes no, debemos transformarnos y caminar en la misma dirección y con el mismo ritmo.

La corrupción política, económica y social para que desaparezcan debe eliminarse como necesidad y estrategia de actuar de cada uno de los ciudadanos.

No puede estar en nuestros pensamientos, ni para bien, menos para mal.

Un nuevo ciudadano, una nueva ciudadanía es indispensable.

La vieja política, hay que aceptarlo, ha sido responsabilidad de todos, unos porque gobernaron abusando de la confianza del electorado, otros porque se los permitimos.

Los tiempos que vienen están anclados al concepto y al valor de la transformación.  Mucho ayudaremos si cada uno, en donde esté, como esté, aprendemos a ser diferentes.

Porque la corrupción en el gobierno que ya se fue, fue producto de algo parecido al dicho del pueblo que nos recuerda que tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata.

Y ahora en estos días, para algunos de vacaciones, para otros de meditación y compromiso, bien haríamos en reflexionar sobre el valor de los valores condición moral indispensable para transformarnos y transformar nuestra sociedad y su gobierno.