Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso

Siempre he dicho que la gran transformación del ser humano ocurre o debería ocurrir entre los 11 y los 18 años.

En esa etapa no hay conciencia de persona, si acaso un mar de confusiones y contradicciones que muchas veces sólo animan rebeldía e inconsistencias.

Paradójicamente, en ese periodo, llamado adolescencia, es cuando hay que reconocer identidad, construir personalidad y tomar las decisiones más importantes de la vida de cada uno.

Es muy difícil que en esos seis años promedio que dura se puedan cumplir esas fundamentales obligaciones que determinan el resto de la vida de cada persona y, lamentablemente, de todas las que de él o ella dependerán.

Los 18 años anuncian, se sepa o no, el inicio de la ciudadanía y para muchos el de la paternidad.

Esto no significa que se han resuelto los tres retos principales de la adolescencia.

Las principales responsabilidades de la ciudadanía dependen de haber solucionado o no esas oportunidades de “madurez” para la que, perdone, no hallo definición suficiente.

Por eso el primer voto es un voto de emoción o de impotencia.

Me pregunto si ahora que iniciamos la 4ta Transformación hemos, como país, resuelto el equivalente colectivo a esas tres responsabilidades. De ello dependerá, estoy seguro, el destino y la consistencia para lograrla.

En este último año por diversos medios nos han orientado a establecer nuestra identidad ciudadana y nuestra personalidad productiva como un montón de faltantes que se llevó, consumió o escondió la corrupción de todos los que estaban dirigiendo al país.

Y por lo tanto, nuestra personalidad ciudadana se define en el coraje y la impotencia que, motivada por los líderes nacionales, sólo gesta odio y repulsión.

Por lo mismo, la decisión que se genera es cambiar todo. Suena lógico y nos pareció tan indispensable que la mayoría de mexicanos optamos por un cambio de todos los grupos que gobernaban en los últimos 24 años, con la intención de substituir sus ideas neoliberales que venían desde hace más de 30 años.

En los primeros meses de las formalidades de la transición hacia esta 4ta Transformación, el primer reto es la nueva identidad ciudadana y el cumplimiento puntual de sus responsabilidades para que sea eficiente y se dé en el sentido que la queremos.

Estamos en el parto de esta nueva etapa histórica y, por supuesto, el sentido dialéctico y la perversidad de Marx nos alcanzan necesariamente. Vienen cambios que aún no llegan y se van situaciones que no han terminado por irse.

Necesitamos solucionar estas premisas para empezar a ver nuevas conclusiones.

Hay quienes comienzan a desesperarse, hay quienes están perdiendo la credibilidad. Lo mejor para la nación es que ninguno de nosotros ha perdido la confianza.

Urge aterrizar algunos nuevos indicadores del nuevo Bienestar que, por supuesto, nada tiene que ver con el “bienestar para tu familia” que ofreció y no cumplió el más reciente gobernante priista antes de la primera alternancia.