La Quinta Columna Exprés

Por: Mario Alberto Mejía 

El viernes pasado, Luis Maldonado Venegas ingresó al hospital Ángeles de El Pedregal, en la Ciudad de México, para ser operado de una hernia.

En los últimos días una persistente tos no lo dejaba en paz.

La intervención quirúrgica fue un éxito.

Desde su cama del Ángeles estuvo atento a la aprobación de la Reforma Educativa.

Y celebró lo que operó en su calidad de Jefe de la Oficina de Esteban Moctezuma, secretario de Educación Pública: su jefe en el pasado y en el presente.

Las horas pasaron.

Lo que había salido bien empezó a descomponerse.

Una complicación inesperada encendió las luces rojas en el hospital.

A eso de las tres y media de la mañana de este martes, el corazón de Luis Maldonado guardó silencio.

Fue un amigo leal de sus amigos.

Político brillante, historiador atento, versificador puntual, nuestro personaje fue un seductor de la vida pública de este país durante tres décadas.

Su conversación era tan amplia que las comidas con él eran interminables.

La suya fue una memoria prodigiosa en la que cabían versos de Quevedo y Góngora, sí, pero también pasajes de la batalla del 5 de Mayo y de los políticos más importantes de este país.

Con él se va el gran gurú de la primera etapa del morenovallismo.

Fue don Melquiades Morales quien lo acercó al grupo de jóvenes encabezados por Rafael Moreno Valle en la segunda mitad de los años noventa.

La química fue inmediata.

Maldonado Venegas se volvió el guía intelectual del propio Rafael, Fernando Manzanilla, Eukid Castañón, Luis Banck y muchos otros.

Juntos cruzaron ríos turbulentos hasta lograr llegar a Casa Puebla.

Tras una inevitable ruptura con el grupo —sin rupturas eventuales no hay amistades largas—, el reencuentro posterior con algunos de ellos fructificó en San Lázaro, cuando Luis y Eukid compartieron mesa en la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación: el primero como presidente y el segundo como secretario.

Antes —junto con Manzanilla, Gerardo Tapia, Ángel Ceballos y Jorge Cruz Bermúdez—, operaron en el partido Convergencia.

De hecho, Luis Maldonado fue de los primeros en plantear una eventual alianza entre el PAN y la izquierda mexicana, fórmula que desarrollaría con el tiempo Rafael Moreno Valle.

Sólo los hospitales se atravesaban de vez en cuando en las múltiples actividades de quien también fue cronista de la Ciudad de México.

Su capacidad de reinventarse fue de antología.

La más reciente reinvención ocurrió en el contexto de la Cuarta Transformación.

Pese al veto presidencial, Esteban Moctezuma lo incorporó a su equipo en calidad de Jefe de la Oficina.

Desde ahí empezaba a construir puentes con el presidente Lopez Obrador.

Una sencilla intervención quirúrgica dinamitó todo.

Sus restos están siendo velados en el Panteón Francés de Tacuba, en la Ciudad de México.

Descanse en paz.