Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio

El 29 de mayo de 1973, el presidente Luis Echeverría designó como secretario de Hacienda a su amigo de infancia José López Portillo en lugar de Hugo B. Margáin.

Poco antes de renunciar al cargo, Margáin pronunció una de esas frases emblemáticas de la historia política mexicana: “La deuda interna y la deuda externa del país tienen su límite y ya llegamos al límite”.

Al nombrar a López Portillo al frente de Hacienda, Echeverría hizo su propia aportación a la antología del discurso. “A partir de ahora, la política económica se maneja desde Los Pinos”. Lo que quiso decir Echeverría es que el Presidente y nadie más —no el secretario de Hacienda y mucho menos los empresarios— decidiría el nivel aceptable del endeudamiento y otras variables económicas.

En tiempos recientes, algunos presidentes se han dejado guiar por Hacienda y otros han creído saber más que el titular de esa dependencia, o cuando menos, han impuesto su autoridad a la hora de un diferendo.

Aunque todavía le quedan dos mil días exactos al presente periodo de gobierno y el juicio sobre esta administración está pendiente de dictarse, es evidente que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, pertenece al segundo grupo.

No ha perdido oportunidad de mostrar “quién manda aquí”, en materia económica o cualquier otra. Quien manda es él.

Van dos veces en menos de un mes que López Obrador desmiente a quien fuera su secretario de Finanzas en el gobierno capitalino y que hoy funge como subsecretario de Hacienda: Arturo Herrera Gutiérrez.

Funcionario a quien tengo por muy preparado y competente, Herrera debió tragarse el mentís que el Presidente le recetó sobre sus declaraciones al diario Financial Times en el sentido de que la inversión en la refinería de Dos Bocas estaba en veremos, pues dependía de la holganza de las finanzas públicas. La refinería va porque va, refutó el Presidente. Y lo probó, posteriormente, al anunciar que cuatro consorcios extranjeros habían sido invitados a participar en la licitación correspondiente.

Ayer, el Presidente volvió a desmentir a Herrera. No es verdad, dijo, que el gobierno federal pretenda cobrar la tenencia y el predial, tareas que corresponden a los estados y municipios, respectivamente.

Herrera había anunciado lo anterior frente a diputados, cosa que mereció notas de primera plana de varios diarios en sus ediciones del martes 9. Más aun, cuando se dieron a conocer, la semana pasada, los Precriterios de Política Económica 2020, López Obrador enmendó la plana a su equipo hacendario al asegurar que el pronóstico disminuido de crecimiento del PIB para 2019 era errado y que la economía mexicana crecería más de lo que pronosticaba la SHCP.

“Se quedaron cortos”, opinó López Obrador sobre los vaticinios de que la economía crecería entre 1.1 y 2.1% este año. Atribuyó el dato a un deseo de no dejar mal parado al Banco de México, que también redujo la expectativa de avance.

Es notorio que para López Obrador la política económica se maneja en la mañaneras. Para él es más importante no incumplir con sus promesas de campaña –“eso quisieran nuestros adversarios”, suele decir– que atenerse a las caprichosas realidades de la economía y la política.