Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio
Muchos expertos en energía se rascan la cabeza: ¿Por qué México quisiera renunciar a sus compromisos internacionales de reducir el peso de los combustibles fósiles en su huella energética, en aras de generar electricidad con carbón?
El miércoles de la semana pasada, la Comisión Federal de Electricidad abrió discretamente una convocatoria para licitar la compra de 330 mil toneladas de carbón.
Se trata de una medida que podría poner a México en una ruta de incumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030 de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, según la cual nuestro país debería alcanzar un porcentaje mínimo de 35% de electricidad generada mediante fuentes de energía limpias para 2024.
La lucha contra el cambio climático, mediante la acción gubernamental para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, fue uno de los temas de la campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador.
Hace poco más de un año, el 22 de marzo de 2018, el entonces candidato presidencial se reunió con el vicepresidente estadunidense Al Gore para hablar de ello.
“Muy bueno el encuentro con Al Gore”, tuiteó López Obrador, luego del encuentro. “Hicimos el compromiso de trabajar juntos para promover el desarrollo de energías renovables (solar, eólicas e hidráulicas) como opción ecológica y frente al cambio climático”.
El hoy canciller Marcelo Ebrard, quien fungió como traductor, secundó el tuit del candidato con uno propio: “Extraordinaria reunión Al Gore y AMLO, me dio un gusto enorme conocer sus profundas coincidencias sobre acción climática y transición energética. Hubo diálogo sincero y gran capacidad de Andrés para encontrar puntos en común. Buenas noticias para México en el mundo”.
Ya iniciado el gobierno de López Obrador, el jefe de la Unidad de Renovables de la Secretaría de Energía, Luis Abelardo González, dijo que México iría más allá de sus compromisos de la Agenda 2030 y alcanzaría, para finales del sexenio, 40% de la electricidad producida por fuentes limpias.
“Me dio mucho gusto escuchar eso, me entusiasmé mucho”, comentó el doctor Antonio Del Río Portilla, director del Instituto de Energías Renovables de la UNAM, en una entrevista que le realicé ayer para Imagen Radio.
Por eso, me dijo, no entiende que el gobierno ahora recurra al carbón. México tiene todas las condiciones para desarrollar energía de fuentes renovables, que, además, se han abaratado en años recientes, agregó. “Estas compras de carbón no van a mitigar el cambio climático ni a generar desarrollo sostenible”, afirmó. “Van en sentido contrario”.
Después de haber visto de primera mano cómo Europa avanza hacia el desuso de fuentes de energía fósiles en favor de las renovables, la decisión del gobierno mexicano me resulta aún más difícil de entender.
México exporta miles de autos. La industria automotriz ha sido una palanca de desarrollo. Si no reconvertimos pronto la producción de vehículos con motores de combustión interna por eléctricos, no habrá quien los compre en un futuro cercano.
Este gobierno parece empeñado en favorecer la combustión de carbón y de gas para generar electricidad. Sobre todo, carbón mexicano, que es de muy bajo poder calorífico.
La pregunta es ¿por qué ha renunciado tan fácilmente a las fuentes de energía limpias? ¿Hay obstinación ideológica o interés económico?