Por: Osvaldo Valencia
Han pasado apenas ocho días de campaña por el gobierno y Miguel Barbosa Huerta no se ve confiado.
Está sentado en su silla desde el centro de un templete en el Zócalo de Tehuacán, pero Miguel Barbosa está alerta.
Al lado se encuentra su esposa María del Rosario, sus colaboradores incondicionales: Gabriel Biestro, Lizeth Sánchez, Emilio Maurer, Mario Bracamonte, Fernando Sasia, Olga Lucía Romero y un puñado más de simpatizantes suyos, pero Miguel Barbosa no parece confiado.
Sin embargo, el gesto en el rostro hace que se note seguro; está en una plaza que conoce y que lo conoce a él.
Desde el primer momento que toma el micrófono la gente se entrega con los gritos de “Barbosa gobernador”, lo reconocen como uno de los suyos, que viene de Zinacatepec, que se identifica con la gente de Tehuacán y saluda a los de Ajalpan y de otros municipios cercanos.
Hoy, al igual que al inicio de la campaña, las encuestas dan una amplia y aplastante ventaja para Morena y Miguel Barbosa.
Los candidatos no se pelean el primer lugar en las preferencias electorales. Salen a decir que ellos son los segundos en el gusto del electorado, exhiben estadísticas que los ponen en un lejano –segundo– sitio.
Aunque todo eso se conjuga en una sola tarde, en una explanada, en una persona, Miguel Barbosa aún no se siente confiado.
–Yo vengo humildemente a pedir su apoyo, yo no doy nada por hecho, yo quiero llevarme el compromiso de que todos ustedes a partir de hoy serán promotores de 10 votos más. ¿Lo serán? ¿Sí o no? –exclama el candidato de Morena-PT-PVEM, que recibe un sonoro “Sí” al unísono.
Pero, a pesar de ello, para Barbosa es más fácil decir que se siente preocupado por sus adversarios que sentirse cómodo y confiado por los primeros siete días de campaña.
–Llevamos casi 70 eventos de campaña, los contrasto con los casi ninguno que llevan los otros candidatos y me preocupa, me preocupa que no estén haciendo nada, si quieren que los ayudemos, que nos digan, porque los tiempos de campaña son los tiempos en los que la gente tiene que decidir –agrega Miguel.
Y tal vez esa última parte, la de la gente que decide su voto sea la que no lo deja confiarse, la que lo inquieta, aunque al final es con las mismas personas de la que encuentra la respuesta para agarrar confianza.
–Nunca estuve solo, soy parte de un conglomerado social, que es Tehuacán y su región (...) Yo sí puedo decirles que sueño como sueñan ustedes, aspiro a lo que aspiran ustedes, sufro por lo que sufren ustedes –dice Barbosa con voz rasposa.
–Barbosa, te necesitamos –gritan mujeres del sector Salud y hombres del sindicato del Ayuntamiento que están en la plaza cívica.
–Y yo necesito de ustedes –repite una y otra vez hasta convencerse del momento en el que está y del que está por venir.
