Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva
Tal parece que muchos actores políticos no han entendido —o no quieren entender— los mensajes que el gobernador Guillermo Pacheco Pulido ha enviado sobre el proceso electoral y las campañas en curso.
De hecho, hay muchos que, pese a las señales, pretenden pasarse de listos y meter a Puebla en un escenario de polarización similar (o peor) al que se vivió en 2018.
Escenario que, como todo mundo sabe, tuvo consecuencias muy negativas tanto en lo social —con ciudades y pueblos literalmente divididos en dos— como en lo económico —con la pérdida de empleos y el alejamiento de importantes inversiones—, una situación desastrosa de la que no terminamos de recuperarnos.
Hombre sensato y consciente del papel histórico que le ha tocado en suerte, Pacheco Pulido ha hecho todo porque en Puebla haya una elección limpia.
Ha instruido a los secretarios de su gabinete y a los servidores públicos en general a respetar la veda electoral y abstenerse de hacer uso de recursos o bienes muebles o inmuebles oficiales en favor de algún candidato o partido, so pena de sanciones.
Ha prohibido el uso de propaganda de candidatos, partidos y/o coaliciones en las unidades de transporte público.
Ha regulado el uso de anuncios espectaculares, asunto que, en tiempos electorales, derivó en no pocos abusos.
Ha procurado que los cuerpos de seguridad federales se encarguen de la vigilancia durante la jornada del próximo 2 de junio, operando a partir de cuatro estaciones (Puebla capital, Tehuacán, Izúcar de Matamoros y Huauchinango), en coordinación con el Ejército y la Marina.
Y hace unos días firmó un convenio de colaboración con el mismísimo titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), José Agustín Ortiz Pinchetti, para que el estado sea un ejemplo para el país en la atención y sanción de prácticas irregulares.
“Vamos contra quien sea: dignatarios, funcionarios, gente de empresa, de los partidos, contra todos aquellos que intenten hacer irregularidades”, advirtieron.
Pacheco Pulido sabe que, tras el conflicto poselectoral del año pasado, los ojos del país están en Puebla y en su gobierno, y por eso ha actuado en consecuencia, sin dejar vacíos ni hilos sueltos.
No puede fracasar en esa tarea.
A inicios de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador visitó la Angelópolis y fue especialmente enfático en el tema.
Llamó a que en la elección extraordinaria no haya un fraude electoral y no se incurra en prácticas como el acarreo, la compra de votos o la explotación de la pobreza de la gente.
“Que se haga ese compromiso, que las elecciones sean limpias, sean libres”, pidió el titular del Ejecutivo federal.
Y en eso anda el gobernador interino, sabedor de que un nuevo conflicto poselectoral, un nuevo escenario de polarización y violencia, dará al traste con el legado y la memoria que pretende dejar al terminar su breve mandato, entendido como una transición sin rupturas y un puente de plata para la reconciliación de los poblanos.
Aunque haya quienes no quieran verlo e insistan en desestabilizar Puebla para volver a incendiarlo y regresar a la encarnizada guerra de hace unos meses, seguros de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”.