Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva

Una Puebla dramáticamente desigual, con unos pocos que lo tienen todo y una mayoría que no tiene casi nada; con una profunda pobreza, inseguridad, bajísimos salarios y muy subrayados rezagos educativos, conforman la entidad que tres políticos buscan gobernar. Luis Miguel Barbosa, de Morena y su amplia alianza —y ventaja en las encuestas—; Enrique Cárdenas, con una coalición que encabeza el PAN —y que no le sirve para ocultar su novatez, nerviosismo e ingenuidad—, y Alberto Jiménez Merino, del PRI —y su súper aliado Mario Marín—, comenzaron este domingo a tratar de seducir a los poblanos con sus propuestas de solución a estas problemáticas. Más allá de las porras y las arengas de las campañas de la elección extraordinaria, el reto es mayúsculo. ¿Podrán?

Una mirada a las cifras y el (estupendo) diagnóstico del Plan Estatal de Desarrollo (PED) de Puebla, que presentó el gobierno de Guillermo Pacheco Pulido el pasado 25 de marzo, muestra el tamaño del desafío.

Las conclusiones son severas:

La pobreza es un problema urgente y grave; hay una distribución inequitativa de la inversión; un problema de inseguridad muy marcado no son pocos los municipios convertidos en “basurero” de cadáveres y amplias regiones del estado son gobernadas por el crimen organizado—; y severas carencias educativas.

“Hay dos Pueblas, la que tiene todo y la que es pobre”, y las dos están tanto en lo rural como lo urbano, concluye el PED.

Cada cual de los candidatos, con experiencias muy distintas, propondrá en los siguientes dos meses las soluciones.

O al menos eso se supone.

Luis Miguel Barbosa Huerta, quien tiene las posibilidades más claras de llegar a Casa Puebla, es abogado y ha sido diputado federal y senador, además de un político partidista altamente efectivo.

Repite como abanderado por la coalición Juntos Haremos Historia, que integran el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y los partidos del Trabajo (PT), Verde Ecologista de México (PVEM).

De acuerdo con el diagnóstico de la administración estatal, la pobreza y la inseguridad son los mayores conflictos en la entidad.

En el primer tema, Puebla es el quinto lugar nacional con población en situación de carestía; casi seis de cada 10 poblanos son pobres (59.4%.)

Y somos el séptimo lugar en pobreza extrema, con 9%.

Las soluciones también las ofrecerá —o eso se cree— Enrique Cárdenas Sánchez, quien es candidato común por los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) y quien arrancó su campaña de forma penosa.

La alianza que encabeza el economista y ex rector de la Universidad de las Américas Puebla (Udlap) se ve, en el papel, muy débil.

Deberá aplicarse en sus propuestas.

En lo que se refiere a percepción de inseguridad, 81.4% de la población se siente insegura.

Poco más de ocho de cada 10 poblanos.

En este rubro, 41.5% de los poblanos siente que la situación empeorará.

El delito más recurrente es el robo de vehículos, por lo que el estado ocupa el lugar número siete a nivel nacional, con una tasa de 217.5 delitos por cada 100 mil habitantes.

El reto es alto y lo deberá asumir también Francisco Alberto Jiménez Merino, un ingeniero agrónomo con mucha experiencia en esta área y quien ha sido dos veces diputado federal y otras tantas funcionario estatal.

Obnubilado por la ominosa sombra de Mario Marín, el ex rector de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) va por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en donde ha militado por más de 30 años.

Son los candidatos que en las previsiones se ven con menos posibilidades.

El campo es su especialidad, rubro en el que la entidad tiene —de acuerdo con el PED— estancamiento de la producción, pérdida de competitividad y poca creación de empleos.

La entidad también delata problemas graves en educación.

La escolaridad es muy baja, de apenas 8.5 años en promedio, cuando la media nacional es de 9.2 años.

Eso nos ubica con la mayoría de los poblanos apenas con el segundo grado de secundaria.

Los salarios son otro rubro muy bajo.

Más de la mitad, 52.6%, percibe como máximo dos salarios mínimos.

Los números rojos siguen.

Son devastadores.

Cualquiera que sea el resultado en las urnas el próximo 2 de junio, la pregunta para los tres es la misma…

¿Podrán?

¿Podrán con el paquete?