Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva

Con 11 mil 714 asesinatos desde el 1 de diciembre, el arranque del sexenio de Andrés Manuel López Obrador ha sido el más sangriento de la historia. Ni con la guerra de Felipe Calderón contra el narco el país vio tal violencia. Pero el Presidente no muestra camino a las soluciones. Lo más que ha hecho es prometer que en seis meses “mejorarán” las cosas. Elude su responsabilidad echando culpas al pasado y su entorno es frívolo, él omiso y desesperadamente calmoso. La terrible violencia el pasado fin de semana tocó directamente a Puebla con el asesinato de dos estudiantes universitarias: una en los hechos de Minatitlán, Veracruz, y otra en Oaxaca. Buscar culpables en el retrovisor es la más grave expresión de irresponsabilidad del mandatario que ofreció un México distinto y que se pasó 18 años afirmando que él sí sabía hacerlo mejor que priistas y panistas.

Los números son evidencia de una dura realidad.

De acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, del 1 de diciembre de 2018 al 31 de marzo de 2019, el país vio 11 mil 714 asesinatos.

Casi 100 por día (96.80 es el promedio).

Nunca cualquier otro mandatario tuvo ese nivel tan alto de violencia en los primeros meses de su gobierno.

Sin embargo, el tabasqueño pareciera no ver la gravedad del problema y evade dar soluciones.

Llega tarde al tema, incluso en las declaraciones.

Lo más que ha dicho, como si no se tratara de un tema de suprema urgencia, es que en “seis meses mejorará la situación de violencia” en el país.

Le da a la inseguridad tratamiento de programa agropecuario, que se puede abordar con paciencia.

La explicación que tiene es que se trata del “cochinero” que le heredaron anteriores administraciones.

Mira al pasado para buscar culpables.

Inventa y recicla enemigos, en lugar de resolver.

Las garras de los delincuentes que a veces miramos tan de lejos, este fin de semana tocaron contundente y dolorosamente a Puebla.

Dos jovencitas estudiantes fueron asesinadas.

En los hechos de Minatitlán, Veracruz, donde fueron masacradas 14 personas a manos de la delincuencia organizada, murió Claudia Patricia Cabrera Ramos, quien era estudiante de la Universidad del Valle de México (UVM) campus Puebla.

En Oaxaca, mataron a Rosario Luis Merino, alumna de Enfermería de la Universidad Popular Autónoma del estado de Puebla (UPAEP), en un asalto en Tuxtepec.

Hay indignación.

Miedo.

Pero sobre todo, estos lamentables hechos nos envían a los poblanos el funesto recordatorio de lo vulnerables que somos y que a todos nos puede pasar.

Hay además en López Obrador y en su entorno una grave frivolidad.

En Veracruz, a unas horas de la masacre de Minatitlán, en al balcón del hotel Emporio, grabó un video para hablar de los 500 años de la fundación del puerto.

No era el momento.

Y si de futilidad se trata, ¿qué tal su entorno?

Su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, lo contamina en el contexto público, con sus pretensiones de cantante.

Anunció recientemente que lanzará una canción con Armando Manzanero y Tania Libertad, quienes nunca grabarían con ella si no fuera la esposa del Presidente.

¿Qué diferencia puede haber entre eso y lo que tanto criticamos antes de las parejas de otros presidentes, desde José López Portillo hasta Enrique Peña Nieto?

La nación está sumida en la peor crisis de seguridad de su historia.

Ahí están las cifras.

Pero López Obrador es omiso, lento y ausente.

La paz de Andrés Manuel ha costado más vidas que las guerras de otros.

Pobre país, pobre México.

Que quede constancia.