Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva
Dicen, y dicen bien, que el que se ríe, se lleva. Y que en política no hay sorpresas, sino sorprendidos. Y que toda acción tiene una reacción… Véase si no el audioescándalo que metió a Alejandro Armenta en el más grave hoyo negro de su carrera política, mismo audioescándalo que simple y sencillamente debe leerse como un contundente golpe de autoridad del nuevo grupo dueño del poder en Puebla.
Tal vez por eso el Candidato Fantasma, Enrique Cárdenas, debería poner sus barbas a remojar.
No es que a ese nuevo grupo dueño del poder en el estado le preocupe el académico metido a candidato del PAN, PRD y MC, o que lo considere una amenaza; sucede, simple y sencillamente, que Cárdenas suele navegar con bandera de inocente cuando en realidad ha dejado correr la guerra sucia contra Luis Miguel Barbosa, el favorito de la contienda por la gubernatura poblana, y eso no puede dejarse pasar.
Ya lo adelantó el propio candidato de Juntos Haremos Historia el pasado martes 2 de abril durante una entrevista con Claudia Guerrero del periódico Reforma. Dijo Miguel Barbosa:
“Sé las empresas que lo están haciendo, vienen patrocinadas del estado de Jalisco. No tienen moral, yo le pido al candidato del PAN que asuma que debe de corregir esa parte, porque no puede presentarse como alguien ajeno, cuando conoce todo lo que está pasando”.
Barbosa se refiere a los duros ataques que ha recibido en los últimos días a través de redes sociales (muy pasados de tono) y a las empresas (particularmente La Covacha Gabinete de Comunicación SA de CV) que el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, puso a las órdenes de Enrique Cárdenas —habrá que ver si a cuenta del erario—.
Si Armenta recibió una pequeña dosis de su propio chocolate, no deberá ser extraño que en los próximos días suceda algo muy similar con el candidato de la alianza (sin nombre) encabezada por el PAN, un lobo con piel de oveja que en su pasado inmediato pudo haber presentado ciertas complejidades administrativas a su paso por la Dirección Ejecutiva del Centro de Estudios Espinosa Yglesias AC.
Tal vez así, por cierto, se anime una campaña, la de Enrique Cárdenas, que ha sido un desastre desde el minuto uno y que ha ido de lo trágico a lo cómico (y viceversa) de principio a fin.
Véase el caso de Jorge Aguilar Chedraui, el último de los grandes operadores morenovallistas que mejor decidió poner tierra de por medio y retirarse del cuarto de guerra panista, una auténtica nave de los locos.
Aguilar Chedraui se bajó del barco por el desorden, el descontrol, la lucha de egos y la soberbia reinante en el candidato y su equipo, pero también porque los asesores de Cárdenas —los de Guadalajara— le dijeron que ocultara por completo la marca PAN y que se deslindara de todo lo relacionado con el extinto Rafael Moreno Valle, especialmente de sus operadores, a quienes el candidato y su burbuja empezaron a dar trato de apestados.
Aguilar Chedraui no ha sido por eso el único panista alejado de la campaña —si así puede llamarse a lo que Cárdenas está haciendo—; otros son Pablo Rodríguez Regordosa, Mario Riestra y un largo etcétera que no van a tolerar que los haya utilizado para ser candidato y que haya lucrado con los colores y las siglas del PAN con el mismo fin, pero ahora los esconda o niegue como si fueran unos impresentables.
Enrique Cárdenas, el de los eventos privados sin acceso a medios, el de las reuniones con 20 o 25 asistentes, el del discurso vacío lleno de lugares comunes, el Señor Inocente de la Guerra Sucia, el rodeado de ineptos que no sólo no saben ganar una elección, sino ni siquiera organizar una rueda de prensa, el que además no se atreve a atacar de frente porque el miedo lo paraliza, está solo.
Cada vez más solo.
Y así seguirá… ponga o no sus barbas a remojar.