En su mitin en Xicotepec, el candidato recibió el apoyo de los habitantes, quienes se vuelcan para estrechar su mano, para echarle una porra y, con un poco de suerte, para tomarse la foto.
Por: Iván Reyes
Durante el quinto día de campaña de Luis Miguel Barbosa Huerta, y aún con un complot de sus principales detractores a cuestas, se mantiene firme rumbo a Casa Puebla.
En su visita al municipio de Xicotepec, entre porras y globos rosas el morenista vuelve a hacer clic con los ciudadanos al prometerles no ser un gobernador con una “esposa fifí”.
Misma que —igual que su esposo— se mantiene firme y estoica a su lado en la gira, misma que llegó y se fue de la mano del candidato, misma a la que los asistentes alientan.
—¡A la bio, a la bao, a la bim bom ba, Chayito, Chayito, ra ra ra!
Luis Miguel, quien saluda desde el templete a la gente, con una sonrisa en el rostro, agradece y abraza a cada orador, mismo al que la gente le grita.
—¡Barbosa gobernador!
Es él, el candidato de la tan citada Cuarta Transformación, quien agradece a los asistentes su presencia y reconoce el valor de cada uno de ellos.

LA LLEGADA
Desde el corazón de Xicotepec, cientos de asistentes, previo al evento agitaban banderines color guinda que de un lado dicen Barbosa y del otro Morena.
Así llegó el aspirante a Casa Puebla, como en sus eventos anteriores, paso a pasito, pues la gente lo busca, desea una foto o sólo un saludo.
Los asistentes lo interrumpen de manera atropellada y en repetidas ocasiones; durante su discurso lo miran muy atentos, la mayoría asienta con la cabeza al escucharlo hablar.
Previo a su discurso, suenan los acordes de un violinista que musicaliza un ritual de bienvenida; con incienso y aplausos le entregaron al candidato un bastón con listones de los colores del Lábaro patrio —verde, blanco y rojo—.
Blanco, color que viste, color de la paz que promete regresar a Puebla, y en su cuello, el característico collar de flores, no sólo él, todo su equipo también.
LAS PORRAS
Llegó el momento de Luis Miguel Barbosa Huerta, no sin antes se escuchara una porra efusiva de los habitantes, él agradece en repetidas ocasiones.
Un grupo de músicos, con sus tambores, ameniza cual barra deportiva los cánticos del público.
—¡Miguel, Miguel, qué tiene él, que los enemigos no pueden con él”, Barbosa sonríe y agradece.
En medio de su oratoria, aparece el famoso “Sí se puede”, y sí, claro que se puede, pareciera decir, porque aún con complots y supuestas amenazas, se dedica a hacer campaña.
Entonces los jóvenes de la región se hicieron presentes llamándolo amigo.
—¡Barbosa, amigo, los jóvenes de Xico sí estamos contigo!
Y así, como llegó se retiró, entre porras, entre aplausos, de la mano de su esposa, con la promesa de volver, esta vez como gobernador.
