El presidente del Senado vio en la Cámara alta un semillero de líderes que en primera instancia lo llevarían a hacerse del control de Movimiento Regeneración Nacional y posteriormente a enfrentar a los otros posibles candidatos a la presidencia de la República.
Por: Mario Galeana
La confabulación contra Miguel Barbosa Huerta fue sólo el asomo de una estrategia política que Ricardo Monreal Ávila, presidente del Senado de la República, desplegó por todo el país para desestabilizar a la líder nacional Yeidckol Polevnsky Gurwitz y delinear los cimientos de su carrera presidencial.
Para el coordinador de senadores de Morena, Puebla fue su primera arena y, Alejandro Armenta Mier, una cuña para tratar de despojar a Barbosa Huerta de la candidatura y, por ende, minar el poder que Polevnsky posee al interior del partido hegemónico del país.
Monreal vio en la Cámara alta un semillero de posibles candidatos a gobernadores. Una fuente de líderes que, primero, lo llevarían a hacerse del control del partido y, más tarde, a enfrentar a los otros presidenciables: una contienda que se libra a tan sólo unos meses del arranque del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
ARMENTA, LA CUÑA DE MONREAL ávila
A finales de marzo, Alejandro Armenta y un funcionario de Atlixco, Edgar Moranchel, se reunieron en un restaurante de la plaza Las Ánimas; compartía mesa con ellos la abogada Violeta Lagunes.
El propósito de la reunión era tramar una conjura contra Barbosa y el secretario General de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto. En algún punto de la larga conversación, Moranchel preguntó a Armenta:
—¿Monreal lo apoya a usted? ¿Ricardo Monreal?
El otro, sin dudar, respondió:
—Totalmente.
Armenta no mentía. Si alguien le dijo que debía disputar a Barbosa Huerta una candidatura que por naturalidad le correspondía, ese fue Monreal. Porque del Senado provino toda la estrategia para evitar que Barbosa fuera postulado por segunda vez.
Primero, Monreal ordenó la presentación de un desplegado en el que 55 senadores pedían a la presidenta nacional del partido que el proceso de selección del candidato se realizara conforme a los estatutos.
Durante el anuncio —del que días más tarde algunos senadores se deslindaron—, los legisladores advirtieron que realizarían una encuesta espejo a la de Morena: un claro desafío a la credibilidad del principal método de selección del partido.
En 2018, Monreal fue uno de los principales críticos de las encuestas, pues con ellas se decidió que sería Claudia Sheinbaum, y no él, la candidata de Morena al gobierno de la Ciudad de México.
Cuando Morena anunció que Barbosa sería candidato, Armenta Mier utilizó la encuesta de la capital del país para tratar de probar que la interpretación de los sondeos era casi un capricho: en lugares donde se pondera la competitividad, hay otros en donde se le menosprecia.
Sin candidatura, pero en la ruta de la confrontación con Polevnsky, Armenta llegó así a aquella reunión de Las Ánimas: “Totalmente” respaldado por Monreal.

DE SABANDIJAS Y DEMANDAS
No fue Armenta el único trabuco con el que Monreal trató de afectar a Polevnsky, que tendría en Barbosa a un gobernador aliado para reelegirse como dirigente nacional de Morena.
Mientras el ex priista realizaba conferencias y daba discursos en los que cuestionaba la imparcialidad de la líder nacional, otro personaje aseguraba que la candidatura de Barbosa era prueba de que Polevnsky no podía seguir en la dirigencia nacional de Morena.
Ese era Alejandro Díaz Durán, tan cercano a Monreal que lo hizo su suplente en el Senado, además de coordinador de asesores de Morena.
El legislador suplente aprovechó la designación de Barbosa y la inconformidad de algunos políticos que aspiraban a ser candidatos al gobierno de Baja California, para asegurar que mientras Polevnsky fuera presidenta del partido, ningún proceso de selección sería democrático.
Ese constante enfrentamiento agitó la irascibilidad de Polevnsky, quien, abordada por la prensa, dio una declaración que ocupó a mediados de marzo las primeras planas de los periódicos nacionales: “Son muchas las sabandijas que se nos han infiltrado a Morena”.
Díaz halló en aquel ataque una justificación para presentar ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia (CNHJ) una queja y una solicitud de destitución contra Polevnsky.
La respuesta fue fulminante. El proceso de expulsión inició, pero no contra su líder, sino contra el instigador.

LA GUERRA CONTRA BARBOSA
Desprovisto de un candidato a gobernador afín a su proyecto, Monreal ha centrado su estrategia de desestabilización en Barbosa, cuya candidatura significa una derrota para su proyecto presidencial.
La semana pasada, Díaz presentó documentos sobre la compra de un inmueble que es propiedad de Barbosa, además de que solicitó una investigación por enriquecimiento ilícito en contra del candidato de su propio partido.
Armenta, mientras tanto, ha promovido una impugnación ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) contra la candidatura de Barbosa, y se disponía a desplegar una conjura en contra del abanderado hasta que su plan fue revelado.
Ambas querellas siguen su curso, pero su finitud podría estar a la vista. Durante la semana pasada, el presidente López Obrador citó a Monreal en su oficina de Palacio Nacional. En la fotografía oficial se les muestra desayunando queques. Otras versiones periodísticas sugieren que el menú fue, en realidad, la rebeldía de Monreal.
