Sin Derecho de Réplica
Por: Alberto Rueda / @AlbertoRuedaE

Dicen que el hambre es cabrona y si a ello le sumamos la avaricia y la sed de poder, nos encontramos con personas capaces de vender y traicionar hasta a su propia madre.

En Puebla, la clase política se está volviendo caso de estudio.

En días recientes he platicado con colegas de otros estados de la República, quienes se dedican también al periodismo o al estudio de las ciencias políticas y es reiterada su pregunta sobre el comportamiento de la clase política a raíz de los sucesos del 24 de diciembre del año pasado, cuando el helicóptero en el que viajaban Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle se desplomó.

Y vaya que es de llamar la atención el papel camaleónico que han jugado diversos actores y grupos de la política.

Algunos casos pueden considerarse como normales, pero hay otros en los que verdaderamente sorprende el grado de oportunismo, deslealtad y desvergüenza.

Ahí tenemos, por ejemplo ‒hay muchísimos otros casos‒ a la líder de los taxistas en Puebla, Erika Díaz, cuyo padre, don Pedro, siempre fue fiel aliado del priismo poblano.

Después, optaron por apoyar veladamente al panismo morenovallista.

En 2016 fueron activos promotores del partido albiazul para apoyar a Tony Gali y llevarlo a la gubernatura.

Con él se presumió una “sincera amistad” y después vino el respaldo, hace apenas un año, a la entonces candidata Martha Erika Alonso.

Diversos fueron los eventos corporativos, muy al estilo priista (porque al final son influenciados por el modelo cetemista) con pancartas, arengas, chiflidos de apoyo y el desfile de sus unidades para los actos masivos.

Erika Díaz fue incluso portavoz del mensaje antibarbosista que se expresó en aquella campaña de 2018.

Se juró y prometió que con el panismo caminarían pasara lo que pasara, como en el pasado también se había jurado la misma lealtad al partido tricolor.

Influenciada por el líder cetemista Leobardo Soto, se cabildeó para que Erika Díaz ocupara incluso una secretaría, o al menos una subsecretaría, y esa sería ‒obviamente‒ la de Infraestructura, Movilidad y Transporte.

Sobra decir, además, que en diversas ocasiones se pronunciaron contra el hostigamiento hacia la entonces gobernadora electa y se señaló con el dedo a Luis Miguel Barbosa en la etapa de la impugnación ante el TEPJF.

Así las cosas, cuando los acuerdos estaban por cumplirse y la nueva administración había sido ratificada; cuando comenzaba la era de Martha Erika Alonso, vino la tragedia y con el helicóptero cayó también la posibilidad de que Erika Díaz fuera integrada al gabinete.

A un año de la campaña y cinco meses de la tragedia, la líder de los taxistas levanta ahora la mano a aquel a quien en su momento denostó.

Detrás de ella, Leobardo Soto, líder de la CTM y de quien los actos de deslealtad a su partido se pueden enlistar con sobrada evidencia.

Siempre bajo el escudo del PRI, se vendió al mejor postor: en su momento fue a Rafael Moreno Valle, después Tony Gali, posteriormente a Martha Erika y hoy se pone de rodillas ante Luis Miguel Barbosa.

En seis años cambiará de dueño, aunque no se sabe si bajo la permisividad del PRI.

Como estos dos personajes hay muchos que iremos describiendo poco a poco en las siguientes entregas.

Lo cierto es que el candidato que se mantiene como puntero en la preferencia sólo observa, concede, pero no olvida.

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En las últimas semanas se ha visibilizado una serie de agresiones contra comunicadores poblanos a través de hostigamientos, amenazas, intimidaciones, calumnias y más.

Y hablo de que estos casos se han visibilizado gracias a la solidaridad del gremio, porque este tipo de actitudes lamentablemente se han vuelto recurrentes en los últimos años, pero era difícil expresarlas por el estilo de gobierno que se vivía y el riesgo de perder el trabajo que representaba para muchos.

Hoy, el país vive un momento crucial para definir el rumbo de la libertad de expresión, puesto que la alternancia no ha logrado aclararnos si el discurso de “libertad” va en serio o sólo quedará en eso: un discurso.

Mi solidaridad a Mario Galeana, Yessica Ayala y Josué Mota, quienes además de ser unos grandes profesionales de la comunicación son personas sencillas, solidarias y humanas.

El periodismo se debe ejercer con responsabilidad, pero con libertad y las instituciones deben garantizar el pleno ejercicio de informar.

Que quede claro: si intentan ejercer algún tipo de violencia contra algún compañero, ahí estaremos todos alzando la voz y exigiendo justicia.

Uno somos todos y todos somos uno.