STEM + A
Por: Raúl Miranda / @mirandaraul

Estoy en el rincón de mi oficina sentado frente a mi computadora platicando con Alex acerca de los resultados del trabajo que hemos hecho con mi amigo Erick –muy buenos, por cierto– y pienso que nos ahorramos mucho tiempo al hacer estas videoconferencias y revisiones de trabajo; luego pienso que parezco loco hablando a una computadora endemoniada que mueve su cursor y cambia de páginas sola, suelta gráficos y páginas, y que además me está hablando de cosas raras; luego pienso que está muy bien por el tiempo que nos ahorramos en traslados, y por último me pregunto ¿qué hacemos con el tiempo que nos ahorramos?

El tiempo puede ser cuestión de percepción. De acuerdo con la teoría de la relatividad, si pudiéramos movernos a más de 300 mil kilómetros por segundo podríamos movernos en el tiempo.

De hecho, un teléfono es una máquina del tiempo: la voz que escuchamos a través del hoyito del celular no es una voz del presente, es una voz del pasado que a viajado por varios dispositivos electrónicos y llega a nuestro cerebro algunas fracciones de segundo después de que alguien las dijo, fracciones de segundo pero al fin es una voz generada en pasado.

Este paso del tiempo no sólo es tan relativo como lo puede ser una llamada basada en la tecnología, también lo es la tecnología en sí misma, miren: en 2007 se introdujo el primer móvil inteligente, para 2017 ya la mitad de la población lo usaba; el teléfono clásico necesitó 35 años para llegar a los cien millones de usuarios; los móviles, 16; Facebook 4.4 años , WhatsApp e Instagram 2.2 años y el juego en línea Candy Crush 1.3 años para llegar a esa cantidad de usuarios; en cada uno de estos casos el tiempo transcurrió a diferente velocidad.

Hoy, nuevamente acudo a mi admirado Pedro Angel Palou: “En sólo dos siglos hemos convertido en nada todo lo que habíamos heredado. Y hemos matado, entre otros, a la literatura. Hoy la prosa tiene denominación de origen, la prosa-tequila, la prosa nieve de limón. La ruina es también un territorio del mercado.

No hace falta más que mirar a todos esos artistas convencidos de la ruina del arte y ellos mismos arruinándolo todo. Arte de la ruina o ruina del arte, está por verse. ¿Qué pasará con un artista conceptual como Gabriel Orozco rediseñando Chapultepec, por ejemplo? … En Instagram colocamos fotos de nuestras comidas, nuestros gatos. El capitalismo nos distrae con sus aplicaciones y en ese cibergregarismo, nos perdemos.”

Lo que creíamos que era un paradigma se vuelve una paradoja y ahora nuestra forma de relacionarnos es totalmente distinta: ¡todos estamos conectados y nadie se habla!

La disolución digital de la privacidad, el uso de matemáticas y algoritmos en todos los ámbitos de la vida (ya ven que las matemáticas SÍ sirven para algo), o la transformación de la calidad de vida para bien o para mal, suceden sin que nadie pregunte nada, simplemente suceden. El futuro ya está aquí.

El lema deportivo de tantos años atrás “más alto, más rápido, más fuerte” se ha convertido en un paradigma mundial y ahora todos tratamos de hacer las cosas más rápido y ahorraros tiempo, pero ¿qué hacemos con el tiempo que nos ahorramos?

Es mucho pedir volver a la humanidad en el uso y abuso del tiempo, “¿Es mucho pedir volver a ser humanos?”.