Disiento
Por: Pedro Gutiérrez

Una campaña —dicen los que saben— se trata de la administración del caos. En efecto, entre el periodo de campaña que siempre es limitado, la vertiginosidad de la agenda, el armado de los eventos, la generación del discurso, el planteamiento de una propuesta seria y viable, la producción de la propaganda con el mensaje adecuado, el cuidado del aspecto legal y el tema de la fiscalización, todo ello conforma un caos que siempre es complicado administrar, para lo cual se requiere por supuesto un candidato disciplinado y un coordinador general de campaña ordenado que sepa delegar y asignar responsabilidades en el equipo.

Ningún área de la campaña puede ser minimizada. Sin embargo, hay rubros que no sólo afectan al candidato en cuanto a su imagen, sino que revisten consecuencias jurídicas y financieras ante órganos externos, y me refiero en específico al tema de la fiscalización de los recursos empleados en la operación.

La fiscalización llegó para quedarse como una de las grandes reformas de fondo que se incorporaron al régimen electoral mexicano de 2008 a la fecha; la Unidad de Fiscalización del INE es implacable, pues revisa y audita todos los recursos económicos y en especie que emplea una campaña.

La del candidato por el PAN a la gubernatura de Puebla es un desastre. Con Gabriel Hinojosa como coordinador General, se percibe una campaña desordenada, sin agenda clara y temática, sin propuesta que sea atractiva para el electorado. Los eventos son pírricos, lastimosos y ni hablar de la estrategia de detección del voto rentable, pues en vez de visitar los cerca de 70 municipios que se consideran prioritarios, la campaña de Cárdenas se limita a estar en la capital del estado. Respecto a la fiscalización, sucede que la de Enrique Cárdenas es una campaña muy atípica: con corte al 12 de mayo, el autonombrado candidato ciudadano ha reportado al INE un gasto de casi $27.5 millones de pesos, lo cual representa prácticamente 50% del gasto total de los tres candidatos en su conjunto; de acuerdo con los datos de la página del instituto, sucede que Cárdenas es el abanderado que está más próximo a rebasar el tope de gastos. Y de lo reportado hasta ahora por el búnker cardenista (si es que se le puede llamar búnker a ese grupo de inexpertos electorales), la mayor parte del dinero lo ha puesto —faltaba más—, el Partido Acción Nacional.

Ahora bien, sigue la pregunta: ¿En qué gasta la campaña de Enrique Cárdenas? El INE a través de la Unidad de Fiscalización publica en su página que el candidato fallido gasta primordialmente en espectaculares, pero casi la misma cantidad de dinero, es decir, cuatro millones de pesos, los ha ocupado en promocionales, léanse bardas, viniles, microperforados, playeras, etcétera (consumibles que difícilmente se contabilizan en su totalidad). Y lo más alarmante: el académico ha erogado 10 millones de pesos en producción de spots, publicidad impresa, publicidad en redes sociales y otros rubros no especificados (también de difícil fiscalización).

¿En serio los panistas hemos de creer que la campaña de Enrique Cárdenas ha gastado prácticamente 30 millones de pesos en 40 días? Lo anterior resulta en que el candidato ha gastado en promedio poco más de 700 mil pesos diarios. Vuelvo a cuestionar: ¿de verdad nos hemos de tragar el cuento que ha gastado tales cantidades un candidato que simple y llanamente es invisible a los ojos del electorado? Y una última pregunta: ¿en algún momento de la campaña Cárdenas le inyectará recursos de su bolsillo a su aventura o se arrojará a los brazos del dinero de los partidos, esos que tanto odia?

Hace unos días Cárdenas fue cuestionado por este tema y ello provocó su primer lapsus verbal en la campaña. Visiblemente molesto, le echó la bolita a los partidos respecto al tema de fiscalización. Como letrado que es, Cárdenas debiera saber —y si no lo sabe, aquí que se entere— que en el rubro de la fiscalización son corresponsables partidos y candidatos. Hay, según las normas en la materia, un responsable financiero de la campaña y el candidato es responsable solidario, pues así lo señala el artículo 223 del Reglamento de Fiscalización y Rendición de Cuentas del INE, en cuanto a las obligaciones de los aspirantes.

En conclusión, muchos esperaríamos que un integrante del Comité Estatal del PAN que preside Genoveva Huerta, o de la Comisión Política Permanente, levanten la voz para exigir cuentas claras a la odisea de Cárdenas. Mucho gasto, poca campaña, muchas facturas y poca aceptación es la constante de esta aventura.

La duda mata: ¿quién estará a cargo de las finanzas de la campaña? ¿Quién está inflando las facturas? ¿Quién se está haciendo rico a costa del dinero de los partidos en esta campaña que no prende ni tiene rumbo? ¿Cuántos millones más se gastarán en consumibles, de esos que no puede fácilmente auditar el INE, como playeras, gorras y demás rubros ya explicados anteriormente? Y vuelvo a decir: ¿le pondrá de su bolsillo Cárdenas a su propia campaña? Son preguntas, que conste.