La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

El tic del hombro izquierdo de Enrique Cárdenas marcó una buena parte del debate.

Cada vez que Miguel Barbosa lo exhibía como defraudador fiscal, aparecía el tic acompañado de un sudor en el rostro.

Irritado, tropezaba con las palabras, pasaba del singular al plural —y viceversa—, se hacía bolas con las propuestas.

De hecho, fue quien menos planteamientos de gobierno hizo.

Su tiempo prefirió usarlo —muy en el estilo de Ricardo Anaya— en lanzar lodo en contra del candidato de Juntos Haremos Historia.

Éste, en cambio, mezcló su programa de gobierno con definiciones sobre su contrincante.

Lo llamó “fichita” una y otra vez, lo llamó “perdedor”, improvisado, fifí, deshonesto y mentiroso.

Y todo eso sin inmutarse.

Lejos del tic en el hombro izquierdo del titubeante candidato del PAN.

¿Quién asesoró a Cárdenas en este debate?

Seguramente un enemigo suyo.

El académico de Oxford quedó convertido en un pandillero que a la menor provocación caía en la guerra sucia que le patrocinó desde Jalisco el gobernador Enrique Alfaro.

Y en medio de ambos, el marinista Alberto Jiménez Merino, candidato del PRI, se refugió en una retórica que sólo ganó bostezos.

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Luces y Sombras del Debate

Desde su arranque, Barbosa se muestra seguro.

Jiménez, titubeante.

Cárdenas, evasivo.

Barbosa lanza un primer golpe al llamarlo “candidato panista”, y sus variantes: “candidato perdedor”, “candidato perezoso”.

“Llega derrotado, no hizo campaña, resultó muy flojo. Es una fichita”, agrega.

El tic en el hombro izquierdo de Cárdenas aparece por primera vez.

Y lo acompañará todo el tiempo.

Cada vez que escucha que es un “defraudador fiscal” o una “fichita”, su hombro se mueve como flan.

Barbosa: “Cárdenas se quedó con el dinero de la campaña. Ha defraudado al fisco”.

Cárdenas: “Todo esto es puro (sic) guerra sucia. Mi equipo está subiendo las aclaraciones a las redes (sobre lo de la defraudación fiscal en el Centro de Estudios Espinosa Yglesias)”.

Una semana se tardó en aclarar.

O cuando menos eso dice.

Y es que en las redes sólo hay lamentos de sus seguidores.

Una y otra vez, el candidato panista saca sus cartoncitos.

Evade el guión del debate.

No está concentrado.

Cuando las moderadoras —Gabriela Warkentin y Paty Estrada—le preguntan sobre alguno de los temas, el candidato panista se va por otra ruta.

Ya se sabe: cartoncito, lugar común, cartoncito.

Y en un momento saca al mocho que vive dentro: “Ni lo mande la Virgen”.

Mientras Jiménez se acaba de enterar que la contienda es sólo entre dos, Cárdenas entra en la zona de la dislexia y la afasia:

Su capacidad para la pifia es envidiable.

(¿Dónde quedó el académico, chintoles?).

Vea el hipócrita lector:

“Tienen que tener”, “con lotros”, “las gentes”…

Y todo acompañado por ese vaivén del hombro izquierdo.

Barbosa exhibe a los dos cuando dice: “No se puede gobernar un estado que no se conoce. Ninguno de ustedes ha hecho campaña”.

Cárdenas jura que sí conoce el estado.

Luego regresa a sus cartoncitos contra el candidato de Juntos Haremos Historia.

Cárdenas voltea a verlo, furioso, y le habla de tú.

Un “tú” rasposo con un tufillo pandillero.

Hay una parte en que el poluto habla de los baños impolutos.

O baños limpios.

Ni una cosa ni la otra.

El poluto quedó manchado de por vida.

¿Qué hará a partir de la noche del 2 de junio cuando la realidad lo ubique en la derrota que se niega a ver?

¿Cómo lo verán sus alumnos en las aulas?

¿Qué les dirá a sus amigos académicos a la hora de sacar las credenciales?

El tic en su hombro izquierdo aparecerá de nuevo.

Vibrante.

Una y otra vez.