Miguel Barbosa, en mítines por separado, admite que luego de 22 años ha encontrado las mismas necesidades en esta zona de la entidad: acceso a vías de comunicación, a la educación, a la salud, a las medicinas e incluso menciona una agravante más, también les han robado su tranquilidad.

Por: Guadalupe Juárez

Huehuetla y Cuetzalan comparten similitudes desde hace décadas. Y no, no sólo es su ubicación al norte de Puebla, sus paisajes verdosos y el calor que hace sudar a quien para llegar a ellos ha librado las curvas de las carreteras, dejando como saldo uno que otro mareo y unas gotas de humedad en la frente.

Desde hace décadas, sus habitantes han visto cómo los caminos que los conectan a otros municipios se van desgajando, cómo el concreto se va haciendo pedazos, cómo el hambre, la pobreza, la falta de atención médica, la educación se les ha negado. Porque han sido olvidados

Y así lo reconoce el candidato al gobierno de Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, quien a 12 días de la elección visita ambos municipios.

“Ustedes los pueblos originarios han sido olvidados. Las cosas van a cambiar para los pueblos indígenas, para los pueblos originarios de nuestro estado. Vamos a hacer la defensa de nuestra cultura y tradiciones, la prioridad de gobierno”, dice.

Él se sincera al admitir que desde hace más de 22 años que su carrera política le permitió llegar a ambos lugares donde se ha encontrado con las mismas necesidades, como si el tiempo no pasara: la reconstrucción de vías de comunicación, la pobreza, el acceso a la educación, la atención médica, las medicinas, los proyectos de muerte que los despojan de todo. Pero también ahora han perdido lo único que habían conservado: la tranquilidad, que también les fue arrebatada.

HUEHUETLA

Aquí, Barbosa Huerta hace una, dos, tres pausas, mientras el traductor emite su mensaje en totonaco.

La gente ha abarrotado el lugar delimitado por una lona blanca. Cada que el candidato termina una idea, el traductor continúa. Cada promesa en español, se replica en otra lengua.

Otra que para quien es ajeno al lugar, sólo alcanza a entender los nombres propios en todas las oraciones.

Así, transcurre un mitin donde Barbosa Huerta promete créditos al campo, acceso a la justicia, el respeto a los derechos de las mujeres, a la incorporación de jóvenes e indígenas a su gobierno.

CUETZALAN

Las principales calles empedradas del centro de este municipio están ocupadas por sillas y otra carpa que ataja a algunos de los rayos del sol.

Mujeres con aretes en bolsitas, tortilleros bordados, nieves, pulseras, collares se acercan a todo aquel que parezca ajeno a ellos con la esperanza de que les compren algo.

Atrás del templete, un par de sujetos desaliñados piden dinero para comprar “unos tragos”.

Cerca de los vehículos estacionados, un adolescente vende cacahuates para “juntar dinero para su bachiller”.

Otros hombres y mujeres se abren espacios entre la multitud, pisando pies cubiertos apenas por huaraches para ofrecer nieves y algodones de azúcar.

Y a todos ellos, Barbosa Huerta les promete que habrá desarrollo turístico, que dirán no a los proyectos de muerte, que echará afuera o meterá a la cárcel a los delincuentes que ahora los acechan. Que ya no serán olvidados./ Guadalupe Juárez