Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio 

Frente a los hechos ocurridos el fin de semana en La Huacana, Michoacán, donde 11 soldados fueron retenidos y desarmados por pobladores que exigían la devolución de armas de alto calibre que les habían sido incautadas, el presidente Andrés Manuel López Obrador se congratuló ayer de que los militares hubiesen actuado con prudencia.

“La actitud de los soldados fue responsable, digna y valiente”, afirmó. “Lo que es una cobardía es abusar de nuestros semejantes. Entonces, por eso todo mi respaldo a los marinos y soldados, que son pueblo uniformado y están actuando muy bien”.  Y agregó: “Van a mantener una actitud prudente porque están conscientes de que se tienen que respetar los derechos humanos y que a nadie se le puede privar de la vida. Esto no les resta autoridad. Por el contrario, les da más”.

Coincido con el Presidente en que el primer instinto de los militares –que no por gusto, sino por órdenes, están participando en tareas contra la delincuencia– no sea disparar a civiles desarmados.

En lo que no estoy de acuerdo es que los militares no cuenten con métodos y herramientas legales para disuadir, contener y, si hace falta, aprehender y repeler a individuos o grupos que les faltan al respeto, les impiden hacer su trabajo y, peor aún, los agreden y los humillan, como pasó en La Huacana.

Como mexicano que reconoce y agradece el trabajo que realizan las Fuerzas Armadas, me sentí profundamente indignado al ver las imágenes que los propios agresores subieron a las redes sociales para exhibir el maltrato a los soldados. Me indigna más todavía que el gobierno federal no tenga una palabra de condena para quienes hicieron eso y que a éstos se les dé trato, como hizo López Obrador, de “semejantes”.

Lo serán en el sentido filosófico, pero de ninguna manera en el sentido cívico, que es el que debiera interesar primordialmente al Presidente. Míos, no. Las cosas por su nombre: esos son delincuentes, y ni siquiera presuntos, pues cínicamente dejaron grabada su fechoría. Desde aquí mando mi apoyo a los soldados, víctimas de esa canallada.

 

 

BUSCAPIÉS

  • Esta semana comienza en Oklahoma el primer juicio en Estados Unidos contra productores de analgésicos opioides. El abuso de esos fármacos ha provocado adicción en millones de personas e incluso, la muerte de 700 mil usuarios por sobredosis entre 1999 y 2017. De esos últimos, 218 mil habían recibido recetas médicas para consumir medicamentos elaborados con oxicodona o hidrocodona.
  • La Fiscalía de Oklahoma espera obtener una cifra por reparaciones que se calcula en miles de millones de dólares, misma que se destinaría a cubrir los costos en los que han incurrido instituciones públicas para hacer frente a esta crisis. Algunas farmacéuticas, como Purdue, se han arreglado con las autoridades para evitar el juicio, pero el gigante Johnson & Johnson aún está en el banquillo de los acusados, donde enfrenta cargos por daños a la salud pública.
  • Ese abuso tuvo efectos en México, pues cuando la DEA y otros organismos públicos decidieron ponerse estrictos con los médicos que recetaban esos fármacos, los adictos comenzaron a consumir heroína. Buena parte de ésta provenía de México, lo que llevó a que se cultivara amapola en muchas sierras del país, como en Guerrero. Hoy la goma de opio ha sido sustituida por el fentanilo, una droga sintética que llega de China. Y aunque la violencia en México tiene diversas causas, la adicción a los opioides fue un catalizador.