El candidato por el Revolucionario Institucional estuvo acompañado por la presidenta nacional, Claudia Ruiz Massieu, quien intentó aprovechar la coyuntura política actual para tratar de hacer que los asistentes al mitin se involucraran.

Por: Osvaldo Valencia

En el día 57 de campaña, Alberto Jiménez Merino recordó que era el candidato por el PRI.

A tres días de concluir el periodo para solicitar el voto por la gubernatura poblana el Revolucionario Institucional regresó a sus raíces electorales, pero el respaldo fue mínimo: apenas lograron dos mil personas en una caminata por las principales calles de Puebla.

Los camiones repletos de personas de fuera de la capital del estado comienzan a llegar con frecuencia moderada de cinco a 10 minutos a la zona del Paseo Bravo, al Reloj del Gallito para ser exactos.

Al reloj lo rodean decenas de personas, y a la iglesia que está a media calle la acechan otras decenas de seguidores identificables con el partido por las camisas blancas, las banderas blancas, los chalecos rojos, las sombrillas del mismo color.

Todas ellas dispersas, sin cohesión, dibujando un hueco al centro que sólo con la llegada del candidato Jiménez Merino se logra amalgamar para evidenciar que lo que parecía en fotos de por lo menos una calle repleta de priistas, apenas y llegaba a la mitad de esa calle.

DANIEL CASAS

La cara de Jiménez Merino lo dice por sí sola, sabe que a su espalda jala con una masa rojiblanca de banderas y sombrillas que se mueve por las calles del Centro de Puebla.

En su rostro no se dibuja una mueca de sonrisa, sus manos no se agitan en el aire al igual que sus compañeros que gritan sin coordinación “Merino Gobernador”, voltea a ver a los lados como buscando una cara amiga que no se puede presentar.

El candidato se ve tenso de jalar con una campaña que dice que ha sido saboteada por bravuconadas, se entrelaza con sus cercanos y comienza una caminata acelerada por la avenida principal del Centro Histórico de Puebla bajo el azote de un incandescente sol de mediodía.

La caminata acelerada quizá sea la apología de su campaña basada —según lo dicho por él—, en caminatas y no eventos grandes de campaña.

Lo cierto es que falta una semana para la jornada electoral y el PRI intenta mandar un mensaje doble: la imagen de la gran cargada de liderazgos federales y estatales, y el discurso que por primera vez tienen forma definida en sus enemigos: el PAN local y Morena nacional.

—En esta elección, tenemos una gran oportunidad, la de corregir el rumbo de Puebla. No queremos un gobierno de Morena que siga quitándole los apoyos a quienes más lo necesitan, al campo, a las mujeres—, dice una Claudia Ruiz Massieu que trata de aprovechar la coyuntura política federal actual.

Envalentonado por las palabras de la líder nacional priista, Jiménez Merino toma la voz para preguntar a la gente cómo se encuentran, pero lejos de conectar con su lema de campaña —“hasta la madre”— le contestan con un tímido bien, derrumbando sus dichos.

Pero trata de enderezar el camino, arremete contra el enemigo señalado.

—Gobiernos panistas nos heredaron una gran inseguridad y una deuda de 30 mil millones de pesos que se pagará en 50 años—, fustiga en el micrófono Jiménez Merino.

Los gritos alaridos resuenan, los aplausos inundan, el candidato ya tiene claro los enemigos, las formas y la estrategia, a tres días de acabar la campaña.

DANIEL CASAS