Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo

Tal y como lo adelanté en este mismo espacio hace unos días, la popularidad del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, viene a la baja, y antes de lo que muchos podíamos haber pensado.

Las últimas mediciones señalan que el titular del Ejecutivo federal perdió en tan sólo un mes siete puntos, además de que su calificación ha venido a la baja de manera sistemática.

Hasta el momento la situación todavía no es preocupante debido a que el Presidente arrastraba una popularidad gigante a inicios de su gestión, más de 80% de los mexicanos aprobaba su administración y más de 85% creía que a México le iría mejor con López Obrador al mando.

Pero el poder desgasta, tal y como aquí lo advertimos, el bono democrático del mandatario federal se ha desgastado a partir de una serie desafortunada de decisiones, pero más que nada, por un tema donde ha quedado totalmente rebasado, el de la inseguridad.

La matanza en Minatitlán y la falta de reflejos del Presidente para salir al paso de esta situación, la cual al principio buscó minimizar, así como la protección inmediata que le brindó al inepto gobernador Cuitláhuac García Jiménez, no fue bien vista por la población y el resto del país.

La 4T comenzó a mostrar su incapacidad para poder resolver un problema que amenaza con desbordarse, pues no es sólo Veracruz, sino también el resto del país con matanzas y desapariciones que dejan como saldo un primer trimestre del año para el olvido.

Otro problema que enfrenta el titular del Ejecutivo federal y que ha mermado sus niveles de popularidad tiene que ver con el mal manejo de la economía nacional, la cual aún no colapsa gracias a las últimas inversiones que dejó la pasada administración.

Cancelar el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México finalmente sí tuvo un costo para el país y para la administración del tabasqueño, el cual no ha detonado ninguna nueva inversión, más que sus mentados proyectos, los cuales son sólo eso, proyectos.

Mucha gente esperaba que al inicio de la administración se hicieran anuncios espectaculares sobre la baja de la gasolina, la luz y otros productos, tal y como lo prometió el Presidente durante su campaña, pero no ha sido así. Todo sigue al alza.

Los indicadores señalan que hay una desaceleración, pero López Obrador afirma que todo va requete bien.

Las conferencias de prensa mañaneras del mandatario federal, las cuales al inicio parecían ser algo fresco y novedoso, han perdido su efectividad y vienen a la baja.

Los niveles de audiencia así lo demuestran, antes eran miles los que se conectaba a través de Facebook para poder escuchar al Presidente, hoy, pasada la efervescencia y ante la serie de contradicciones en las que muchas veces han caído López Obrador y su gabinete, ya son muy pocos los que todos los días se conectan.

Los temas son tan variados que ya se perdió la directriz de la comunicación social, el Presidente habla de todo y de nada.

La descentralización de las dependencias federales tan cacareadas durante toda la campaña y que una y otra vez se le dijo que eran una falacia, hoy el tiempo ha demostrado que así es, no se ha movido nada y Puebla es el mejor ejemplo, Esteban Moctezuma no pone ni un pie en esta ciudad, ni mucho menos algún otro funcionario.

La estructura federal, a manos del mirrey Rodrigo Abdala, al cual muchos catalogábamos de súper delegado es inexistente, el joven funcionario no da una, la veda electoral sirve para tapar su ineficiencia, pero es un hecho que en Puebla no hay presencia de la administración lopezobradorista.

Es cierto que esto apenas comienza, pero sí es de llamar la atención que ya hay muestras de desencanto, no de su base, la cual sigue firme, pero sí como lo dije en mi pasada entrega, de ese voto switcher que creyó en el cambio y que hoy ve con decepción que las cosas siguen prácticamente igual y si me apuran, hasta un poco peor.

El combate a la corrupción que utilizó como su bandera política para llegar al poder se quedó solo en eso, cuando la transparencia brilla por su ausencia y es considerada por el mandatario federal como una “moda fifí”. Basta ver que casi todo se entrega por adjudicación directa.

Es un hecho que hasta ahorita la tan prometida Cuarta Transformación está quedando a deber.