El candidato en común por el PAN-PRD-MC volvió a perder los estribos ante los cuestionamientos de la prensa sobre un terreno en San Pedro Cholula que vendió a un particular.
Por: Mario Galeana
La campaña electoral agoniza y nada exhibe mejor el ánimo de un candidato a la gubernatura que sus últimos 10 días. A las doce con veinte minutos de este mediodía, Enrique Cárdenas y María González, su esposa, caminan juntos por un pasillo que conduce hasta la entrada de la planta de Volkswagen. Lo hacen sonrientes, aunque se trate de una sonrisa que se diluye media hora después, cuando la prensa le pregunta a él por un terreno que le endilgan en la zona arqueológica de Cholula, y del que ha querido deslindarse con un documento de compra-venta en el que el beneficiario es un niño.
Pero ahora camina codo a codo a través de los puestos de comida y fritangas instalados al final del pasillo que conduce hasta la entrada de la planta. Él se acaba en un metro sesenta y pocos, ella es más pequeña aún. Él camina cómodo con unos tenis grises que contrastan con los pantalones de vestir azul marino, gorrita blanca y camisa a cuadros remangada en la que comprime un vientre generoso y chato. Ella es rubia y lleva un sombrero que hace sombra a esa mirada verde acuosa y un poco triste con la que ha atestiguado la primera campaña electoral en la que ambos participan.
Tras ellos, la voz aguardentosa y amplificada a través del megáfono avisa el arribo de Gabriel Hinojosa, el coordinador de campaña, que grita: “¡Aquí está Enrique Cárdenas, candidato al gobierno!”, “¡Luego no se quejen de que Barbosa termine como gobernador, eh!”.
Este mediodía han acudido a la puerta de la planta armadora para repartir volantes con el rostro impreso de Cárdenas. La prensa ha sido invitada y trasladada hasta allí, hasta las afueras de la capital, a bordo de dos vehículos particulares dispuestos por el candidato. Reporteros, reporteras y fotógrafos han tenido que apretujarse de a dos en un solo asiento, porque el cálculo de vehículos necesarios ha sido erróneo.
Cárdenas improvisa una conferencia de prensa con un micrófono inalámbrico en mano y una bocina que uno de sus colaboradores se coloca en el hombro. Aunque sólo él habla, a sus espaldas están Jorge Álvarez Máynez, secretario General de Movimiento Ciudadano, y Luis Donaldo Colosio Riojas, un diputado local nuevoleonés que resulta ser hijo de quien el lector supone.
La campaña de Cárdenas ha sido más o menos igual a lo largo de 50 días: no son actos ostentosos ni multitudinarios o siquiera numerosos. Incluso así, el candidato común por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano ha sido el que más ha gastado —o el que más ha reportado esos gastos— con casi 30 millones de pesos, según el último informe de fiscalización del Instituto Nacional Electoral (INE). Tantos millones de pesos son invisibles este día. O no se ven, por supuesto, en los volantes que intentan repartir entre el trajín de obreros, directivos y técnicos alemanes que van y vienen hacia y desde la planta.
La conferencia avanza y Cárdenas no deja de repetir que la gente debe salir a votar. El cronista pregunta por el único debate organizado por el INE —al que Cárdenas trató de convertir en un punto de quiebre para superar a Miguel Barbosa, el candidato puntero— y la baja audiencia que tuvo, porque sólo unas 230 mil personas —el 5% del padrón electoral— lo vieron.
El académico culpa, primero, a Televisa y TV Azteca por negarse a transmitirlo, y luego se enrolla diciendo que, para él, aquel encuentro sí fue un punto de inflexión en la campaña, porque Barbosa se negó a responder lo que desde el primer día ha tratado de que le conteste: el origen de los recursos de una casa que el morenista compró años atrás al ex presidente Miguel de la Madrid.
Cuando el resto de la prensa empieza a inquirir sobre la legitimidad de las críticas que Cárdenas ha hecho hacia Barbosa por su estado de salud, su esposa interviene. Lo toma del brazo y con un gesto hosco que revela el hastío de una campaña que nunca pudo alcanzar al puntero les dice a los reporteros que ya es suficiente. “Nos están esperando”, repite llevándose a su esposo y abriendo, con sus propias manos, aquel cerco de reporteros. Cárdenas no pone resistencia y superan aquel pequeño círculo de grabadoras, teléfonos y cámaras.
Apostados a las puertas de la planta armadora, ambos inician el reparto de propaganda. Ella apenas trata de hacerse escuchar cuando ofrece un volante y, quizá por eso, la mayoría la rechaza. Él trae a sus espaldas unos tres o cuatro fotógrafos y aquella multitud hace que algunos de los obreros se alejen y otros, en cambio, se acerquen más.
Todo supone que el candidato está de buen humor, hasta que ocurre.
Un reportero se acerca él y le pregunta por aquel terreno y la extraña cesión de compra-venta en la que un niño aparece como beneficiario. Una sola pregunta descompone todo el rostro de Cárdenas. Agita las manos y dice: “No, no, no… y yo que venía a saludarlos”.
Entonces María se acerca una vez más y toma a su esposo por el brazo, mientras éste sigue agitando las manos.
—Sólo acláreme por qué le vendió un terreno a un niño —insiste el reportero y se queda allí, de pie, grabando con la cámara de su teléfono celular.
Cárdenas baja la vista hacia sus volantes y, tras un breve momento cavilando, voltea de nuevo.
—¿De veras estás preguntándome eso? ¿No te da vergüenza? ¿No te da vergüenza?
Y en ese diálogo atropellado de preguntas, Cárdenas se desprende y da dos pasos para repartir otro volante a una persona con la que se queda platicando brevemente. Álvarez Máynez intenta interponer su espalda entre reportero y candidato, pero también duda. Se rasca una mejilla, quiere decir algo, pero no conjuga nada.
—Este… —suelta y da la vuelta.
Cuando Cárdenas termina, el reportero sigue grabando. Álvarez se decide y, ahora sí, pone todo el cuerpo entre el candidato y quien graba. La esposa de Cárdenas trata de decirle que no preste atención, pero él se sacude y dice: “Nomás déjame decirle una cosa”. Ella menea la cabeza en signo de reprobación y su esposo se acerca al reportero.
—Te voy a contestar una pregunta verdaderamente… discúlpame, pero estúpida. Dejarle a alguien, a tu familia, un bien raíz, ¿es malo? Por favor…
Y da la vuelta, pero la voz lo interpela de nuevo:
—¿Y por qué no hay un papel ante un notario?
Cárdenas regresa y, descompuesto el gesto, contesta:
—Por-que-es-po-tes-tad-del-com-pra-dor. ¿Qué no sabes eso?
—Le estoy preguntando.
—Entonces no sabes. Es-po-tes-tad-del-com-pra-dor, no del vendedor. Infórmate, por favor.
Y el video termina ahí, convertido en fiel registro de los últimos e irascibles días de la campaña de Enrique Cárdenas.
SE SALE DE SUS CASILLAS
En el video que circula en redes sociales Enrique Cárdenas pierde la compostura, y pese a los intentos de su esposa, así como del secretario General de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, por tratar de calmarlo, el candidato encara a un reportero y le cuestiona por qué hace una pregunta “estúpida”.
