En momentos como estos, los sistemas de videovigilancia y el botón de alertamiento son más necesarios que nunca y no pueden faltar: especialista.

Por: Staff 24 Horas Puebla

Ocho kilómetros al noroeste del centro de la capital, el Complejo Metropolitano de Seguridad del Estado de Puebla recibe todas las alarmas de emergencia que proceden de los botones de pánico instalados en las unidades de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA).

Si un usuario apretara uno de los tres botones instalados en el autobús, los monitores del Complejo de Seguridad –más conocido como C5– tendrían la geolocalización de la unidad y accederían a cualquiera de las cámaras que compone el sistema de videovigilancia instalado en ella.

Se trata de cuatro pequeñas cámaras situadas en la parte trasera, frente al conductor y dos más adelante que permiten identificar a los presuntos delincuentes que hayan abordado la unidad. Cuatro ojos vigilantes que poseen una visión de todo lo que ocurre dentro del autobús en las horas más oscuras.

La alarma de emergencia no cesa en el C5 hasta que los operadores contactan a la corporación de seguridad más cercana al vehículo y ésta acude al auxilio.

Entre alarma, geolocalización, intervención de las cámaras de vigilancia y contacto con las fuerzas policiales, la operación alcanza un tiempo brevísimo desde el momento en el que el pasajero activa el botón de emergencia.

Son tres los mecanismos de alerta instalados en los autobuses: uno a vista de todos, instalado en la parte superior de la unidad; uno más ubicado a la altura de la rodilla de cualquier asiento, y otro más cuya localización es secreta, pero al alcance del conductor.

Cuando el botón de pánico se activa, dentro del autobús no se emite ningún sonido ni alarma: aquella alerta sigilosa recorre los ocho kilómetros hasta el C5, lo cual permite que la víctima pueda alertar a las autoridades sin temor a sufrir represalias.

Allí, entre los cientos de monitores del Complejo de Seguridad, ocurre lo descrito. Aquel mecanismo convierte a pasajeros, choferes y autoridades en vigías: una forma de impedir el crimen que acecha dentro de aquellas máquinas de metal que recorren la ciudad de este a oeste y de sur a norte.

Desde que este complejo mecanismo de seguridad se puso en marcha, es decir, en febrero de 2017, las autoridades pregonan que ha funcionado como factor disuasivo de la inseguridad y la violencia: ¿Quién atracaría un autobús que instantes después se convierte en una llamarada de emergencia?

Los reportes oficiales arrojan que el sistema de botón de alertamiento y videovigilancia beneficia a 250 mil usuarios al día, con resultados medibles que arrojan una redonda cantidad de cero asaltos con violencia en 200 unidades de la RUTA.

En principio, su éxito fue tal que las autoridades replicaron este mecanismo en los autobuses de las 10 rutas que registraban la mayor incidencia de robos con violencia: Ruta Libertad Cuauhtémoc, Ruta Azteca y las rutas 72, 76, 33, 64, 52, 28, 2000 y 27.

En algunas de estas unidades, el sistema de alerta ha tenido algunas variaciones. Los choferes instalaron sirenas silenciosas de color amarillo que destellan sobre el toldo y a los costados del autobús para hacer visible lo que ocurre dentro.

Porque desde la instalación de estos botones, en cada asiento del transporte público hay un vigía.

Un especialista en materia de seguridad pública dijo a 24 Horas Puebla que “parece increíble pensar que bajo las condiciones en que vive la Angelópolis, una mano del gobierno –¿estará enterado el gobernador?– detuviera uno de los pocos programas que hacen sentir un poco más seguros a los poblanos, pero así sucedió en la segunda semana de mayo, cuando en las instalaciones del C5 se dejó de tener acceso al sistema de videovigilancia y el botón de alertamiento. Con esa caída de los vigías del transporte público se abre una nueva de oportunidad para los que buscan arrebatar con robos y violencia la tranquilidad de los habitantes de esta ciudad”.