Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva
“Para que la cuña apriete debe ser del mismo palo”. Sólo Donald Trump pudo lo que no pudieron medios de comunicación, partidos de oposición, legisladores, ministros, sindicatos, empresarios… y otros factores de poder.
Sólo el presidente de Estados Unidos ha logrado quitar a Andrés Manuel López Obrador (al menos por 10 días) esa mueca de autosuficiencia y autocomplacencia, ese aire de “gran benefactor”, esa infinita soberbia e ignorancia que tiene al país sumido en la delincuencia, sin medicinas, sin guarderías, sin apoyos sociales, totalmente polarizado y al borde del precipicio.
Trump prácticamente arrodilló a México y confirmó que México sigue siendo su “patio trasero”, la sala de espera del gigante norteamericano.
Finalmente México terminó dando su muro a Trump, sólo que al sur —¡y tanto que criticábamos a Enrique Peña Nieto!—.
Hoy Trump tiene secuestrado al México de la “Cuarta Transformación” y tendrá literalmente de rehén al Presidente mexicano de aquí a su reelección en 2020.
¿AMLO no tenía otro camino que ceder a todas las pretensiones de Trump con tal de evitar la pérdida de un millón de empleos y la caída de 1.2 del PIB que hubiera representado, a corto plazo, la imposición de 5% de aranceles a todas nuestras exportaciones?
Tal vez.
Pero López Obrador es víctima de sus propias trampas y esclavo de sus propias palabras.
Creyéndose El Salvador del Mundo, AMLO se equivocó garrafalmente al decir al inicio de su caótico gobierno que todos los migrantes eran bienvenidos en México en su tránsito hacia Estados Unidos y que incluso el gobierno mexicano les daría empleo temporal, como si ese, el empleo, sobrara para los de casa.
Hoy nadie sabe, ni siquiera Olga Sánchez, la cada vez más debilitada secretaria de Gobernación, cómo pasaron 144 mil migrantes por nuestro país.
A ver si alguien le informa a la ex ministra.
México sigue poniendo todos los huevos en una sola canasta, la de Estados Unidos, un país, nuestro vecino del norte, que no tiene amigos, sólo intereses.
Nadie, mucho menos el desgobierno lopezbradorista, ha logrado empujar una diversificación y expansión de nuestras relaciones comerciales y económicas, a China y Europa, por ejemplo.
El gigante asiático sí puede resistir la imposición arbitraria de aranceles e incluso contestar a EU con la misma moneda; México no puede darse ese lujo.
En 45 días Donald Trump evaluará si AMLO hizo la tarea y si no, aplicará lo que ya bautizó como la “dura Fase 2”.
Pero AMLO ya se fue a festejar quién sabe qué a Tijuana y, pasada la tormenta —al menos por ahora—, ya recuperó esa mueca de autosuficiencia y autocomplacencia, ese aire de “gran benefactor”, esa infinita soberbia e ignorancia que tiene al país sumido en la delincuencia, sin medicinas, sin guardería, sin apoyos sociales, totalmente polarizado, y al borde del precipicio.
Le va a durar poco.
Digan lo que digan, el acuerdo de López Obrador con EU se resume en: 1) se militariza la frontera sur del país, 2) se criminaliza la migración, y 3) se aceptan prácticamente todas las condiciones de Trump, y todo ello ¡en un gobierno de izquierda!
Donald Trump representa y representará el Waterloo de López Obrador; finalmente ha sido el único capaz de contenerlo en su desmesura, en su incontinencia verbal, en su exacerbado populismo, en su frivolidad y en sus continuos despropósitos desde que es presidente de México.
Sólo con Trump —un sociópata que carece de conciencia, como lo describe su ex biógrafo Tony Schwartz—, el Presidente mexicano enmudeció, se achicó, bajó el tono y/o eliminó por completo sus reyertas, amenazas y provocaciones.
A Trump no pudo aplicarle calificativos como “fifí”, “mafia del poder” y “hampa del periodismo”, y mucho menos endosarle el típico “yo tengo otros datos”.
Sí, con Trump, AMLO encontró la horma de sus zapatos.
En su libro El arte de la negociación, publicado en 1987, Trump ofrece algunas pistas sobre su estilo para negociar.
“Mi estilo de negociación es bastante simple y directo. Apunto muy alto y luego sigo presionando, presionando y presionando para conseguir lo que busco. A veces me conformo con menos de lo que busqué, pero casi siempre consigo lo que quiero”, dice.
Y añade:
“Lo peor que puedes hacer en una negociación es parecer desesperado. Eso hace que el otro huela sangre y entonces estás muerto”.
Justamente lo que hizo López Obrador ante esta, la primera de muchas amenazas que vendrán en los siguientes meses por parte de su homólogo estadounidense.
De pena ajena.