Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva
Si es cierto que Miguel Barbosa va a encabezar a partir del 1 de agosto próximo un gobierno “con nuevas formas de hacer política”, urge que alguien con influencia revise el caso del marinista Francisco Ramos Montaño, en el papel es subsecretario de Desarrollo Político de la SGG pero en los hechos una de las amenazas para la Cuarta Transformación en Puebla y el peor enemigo –ha quedado confirmado– del titular de la Secretaría General de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto, quien, como este fin de semana anunció el gobernador electo, permanecerá en el cargo aunque como titular de una transformada dependencia.
Miguel Barbosa no puede –ni debe– cargar con lastres como Ramos Montaño, ex esposo de la hija de la secretaria de Desarrollo Social de Enrique Peña Nieto y ex jefa de Gobierno de CDMX, Rosario Robles.
Famoso por dejar correr las versiones malintencionadas sobre el estado de salud del gobernador electo, y haciendo en ese marco cálculos políticos de pésimo gusto, Francisco Ramos, limitado político que alcanzó cierta notoriedad y riquezas impensables para su humilde cuna gracias a su cercanía con los hijos del ex gobernador Mario Marín –hoy preciosamente prófugo de la justicia–, recientemente volvió a las andadas.
El martes de la semana pasada el subsecretario de Desarrollo Político de la SGG, quien según cuentan ya no camina, más bien levita, citó a presidentes municipales a las 11 horas, pero terminó recibiéndolos hasta las 16 horas, con ese aire de perdonavidas que ya es célebre en los pasillos de Casa Aguayo.
La inesperada reunión fue para decirles que él les va a aprobar sus cuentas públicas y que él –y solo él– les va a bajar recursos federales adicionales para sus programas.
Lo peor es que en ningún momento mencionó al gobernador en funciones, Guillermo Pacheco Pulido, ni al gobernador electo, Miguel Barbosa, y mucho menos al secretario General de Gobierno.
Como si se mandara solo y como si no fuera un despropósito, incluso un delito, garantizar la aprobación de cuentas públicas a servidores públicos, una facultad que sólo compete, hasta donde nos quedamos –a menos que hayan reformado la Constitución–, al Poder Legislativo.
Algunos de los asistentes a dicho encuentro fueron:
Luis Alberto Flores, de Santiago Miahuatlán.
Vicente López, de Coxcatlán.
Lorenzo Reyes, de Altepexi.
Eduardo Barinas, de Esperanza.
Rogelio Roque, de Nopalucan.
Fermín González, de Zoquitlán.
Demetrio Vallejo, de Xochitlán Todos Santos.
Y Crisóstomo Castillo, de Tepanco de López.
Todos ellos convocados por Juan Enrique Rivera Reyes, director Operativo del Programa de Desarrollo Institucional Municipal de la SGG.
Los testimonios dan cuenta con lujo de detalles de un Francisco Ramos desbocado, irrespetuoso y poco cuidadoso tanto de las formas como del fondo.
Este fin de semana, al continuar con su gira de agradecimiento tras su triunfo del 2 de junio, el gobernador electo de Puebla, Miguel Barbosa, reiteró que su gobierno se caracterizará por un nuevo estilo de hacer política, ajenos a las viejas prácticas, y aseguró que su administración no será una administración perfumada, típica de los soberbios, los intolerantes y los borrachos de poder.
El jueves, al recibir en el INE su constancia de mayoría, declaró:
“Hay una distancia entre la forma cómo se ha ejercido el poder público y la opinión que la gente tiene sobre ese hecho del ejercicio de la autoridad, por eso el gobierno que encabezaré será un gobierno de formas nuevas de hacer política gubernamental, por eso estaré cercano a los gobiernos municipales para que también actúen con formas nuevas en el ejercicio de la autoridad municipal”.
Todo parece indicar que Ramos, Francisco, no se ha enterado de lo que viene –o no se quiere enterar–.