Por: Agencia Notimex
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Por primera vez en la historia, legisladores y activistas impulsan propuestas para prohibir los vuelos cortos en Europa y reducir así las emisiones de gases de efecto invernadero, que son las principales causantes del calentamiento global.
Ante la emergencia climática que sufre el planeta, las propuestas –las primeras de este tipo- generan buenas expectativas en los esfuerzos por reducir las emisiones contaminantes; sin embargo, la industria de la aviación comercial ha reaccionado con renuencia argumentando que causaría pérdidas económicas.
En Francia, un grupo de 15 legisladores encabezados por Francois Ruffin, del grupo parlamentario France Insoumise, presentaron una propuesta de ley para “limitar el tráfico aéreo sustituible en tren”, en específico los vuelos de menos de dos horas que se pueden realizar en transporte ferroviario.
Así, el grupo plantea la supresión de 72 rutas aéreas nacionales, incluida la que conecta a la capital París con la ciudad de Burdeos, en la cual cada pasajero emite 85 kilogramos de dióxido de carbono (CO2), que es 60 veces más que lo emitido en la misma distancia viajando en tren, argumentan.
En particular, hay 16 vuelos entre París y Burdeos que tienen una duración de una hora y 10 minutos, los cuales podrían fácilmente reemplazados por 29 trenes, cuyo viaje dura dos horas con cuatro minutos.
“Para estar en un camino que sea compatible con la meta de frenar las temperaturas en 1.5 grados centígrados (°C), según el Acuerdo de París, las emisiones de CO2 deben disminuir en al menos un 55 por ciento para 2030”, indican los legisladores en la propuesta que presentaron esta semana.
Señalan sin embargo que estos objetivos son “incompatibles con el crecimiento del transporte aéreo. No sólo es una cuestión de comportamiento individual, sino de voluntad política. La libertad de viajar no es la libertad de contaminar. Necesitamos una disminución mundial de los vuelos”.
El tráfico aéreo aumentó 4.0 por ciento en Francia en 2018, incluso se incrementó 9.3 por ciento en el aeropuerto de Burdeos-Mérignac, donde el número de pasajeros se ha duplicado.
La iniciativa en Francia, que ya está siendo examinada en la Asamblea Nacional, es similar a la que también está siendo promovida en Países Bajos, donde los partidos analizan la posibilidad de suprimir los vuelos entre la ciudad de Ámsterdam y la capital de Bélgica, Bruselas.
La parlamentaria holandesa Suzanne Kröger, del partido ecologista GroenLinks, ha solicitado que la ruta aérea entre esas dos ciudades desaparezca, pues el vuelo dura 45 minutos y el tren de alta velocidad cubre la misma distancia en una hora y 50 minutos.
De acuerdo con la propuesta, #meertreinenmindervliegen (más trenes, menos vuelos), hacer ese viaje aéreo supone emitir a la atmósfera hasta 48 kilogramos de CO2 más que las emisiones de hacerlo en tren.
A estos esfuerzos se ha sumado la joven activista sueca Greta Thunberg, quien recientemente fue distinguida con el premio Embajadora de Conciencias 2019 otorgado por la organización Amnistía Internacional (AI) en reconocimiento a su lucha medioambiental.
Thunberg impulsa la campaña #IStayOnTheGround (me quedo en tierra), que busca la restricción del uso del avión por sus consecuencias negativas en el medio ambiente.
En Suiza, los ecologistas Adéle Thorens y Lisa Mazzone promueven la prohibición de los vuelos, advirtiendo que “los aviones están dañando seriamente el clima”; mientras que activistas en Suecia impulsan la campaña Flygskam, vergüenza del avión.
Si las iniciativas antiaéreas se aprobaran tendría consecuencias desastrosas para las aerolíneas, así como para los aeropuertos y sus miles de empleados, advirtieron representantes de la industria de aviación comercial, como Fabrice Dariot, que dirige la agencia vuelos baratos Exchange.