La Entrega
Por: Adrián Ruiz 

Nada bien la pasó la presidenta municipal Claudia Rivera en el festejo del Día del Padre de los trabajadores sindicalizados del Ayuntamiento de Puebla, que celebran el tercer viernes de junio.

En esta ocasión lo hicieron el jueves de la semana pasada. Ni los regalos que dio el líder sindical Gonzalo Juárez evitaron el rechazo de los empleados. A la comida sólo asistieron 600 de los mil 700 trabajadores sindicalizados.

A pesar que les dieron la tarde libre y el viernes como día de descanso, para que acudieran a las instalaciones de La Margarita, ni la mitad de sindicalizados llegó a las carnitas.

A las 16 horas del jueves fue la cita, fueron notificados un día antes. Les avisaron que Claudia Rivera sería la invitada de honor. Y por esa razón la mayoría decidió no acudir.

Después de las 16 horas llegó a la comida la presidenta municipal. Al observar la escasa concurrencia, saludó a la gente de las mesas más cercanas y emprendió la retirada.

Los empleados, además de ignorarla, empezaron a silbar y a protestar. Por ello salió del lugar lo más rápido posible.

Algo le quedó claro a Claudia Rivera: que los trabajadores del Ayuntamiento la rechazan. Y por la misma tónica se encuentra el ánimo de los poblanos en general.

Los tiempos inmediatos para la edil presagian tormenta. Y de las que causan daño a su paso. Claudia Rivera se tambalea por todos los flancos. Y los reveses más duros están por llegar.

 

REPORTE DEL INFORMANTE

Película repetida. El operativo sorpresa de las corporaciones policíacas, Ejército y Comercio Exterior, realizado en la conocida zona de autopartes robadas de la 46 Poniente, fue una simulación de las ya vistas en repetidas ocasiones.

La oportunidad de lucirse no la podían dejar escapar. Mediante un circo mal montado decomisaron mercancía, pero con tintes cómicos. Tanto ruido para dos mil 500 llantas y 989 rines. Lo más risible fueron las 85 tapas de camioneta, 45 calaveras, así como una motocicleta vieja y oxidada. ¿Y lo más valioso, los motores? No decomisaron ninguno. Será porque en la 46 no venden.

Hasta el más ingenuo de los poblanos sabe que en la 46, la mayor parte de la mercancía es de procedencia ilícita. En los locales y bodegas de la zona tienen en existencia autopartes nuevas y usadas para armar cientos de automóviles.

Los comerciantes supieron un día antes de la llegada de las autoridades.

Gracias al pitazo oportuno de policías deshonestos y coludidos con el hampa.

Una conversación telefónica escuchada por quien esto escribe es reveladora. Un integrante de una banda, mientras caminaba de un lado a otro con el celular pegado al oído, decía: “Sí comandante. Ahorita aviso a mi familia y a la banda (para) que salgan del lugar. Nos da tiempo de sacar la mercancía. Estamos en contacto. Luego nos ponemos a mano”.

Alertados, tuvieron tiempo no sólo de resguardar la mercancía valiosa, también los halcones que a diario merodean en bicicletas las inmediaciones de la 46, para vigilar y conseguir clientes, como por arte de magia desaparecieron.

Sin embargo, desde ayer regresaron a sus actividades cotidianas.