Antes de que Espinosa Torres pudiera renunciar a la presidencia de la Mesa Directiva, el presidente del Congreso local se le adelantó y lo destituyó del cargo, así como al ahora ex vicepresidente del mismo órgano, Héctor Alonso Granados.
Por: Guadalupe Juárez
Cuando José Juan Espinosa Torres caminaba por el pasillo para salir del salón de sesiones del Congreso del estado se encontró con la espalda de sus compañeros de la coalición Juntos Haremos Historia.
Todavía como presidente de la Mesa Directiva intentó renunciar para evitar que lo removieran del cargo, pero su pronunciamiento se hizo añicos cuando el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, Gabriel Biestro Medinilla, presentó el punto de acuerdo que hacía oficial su destitución.
Es miércoles y ha sido el propio José Juan quien ha señalado la hora en la que lo despojarían de todos los privilegios de la Cuarta Transformación que obtuvo el año pasado: 11:07.
“Renuncio a la presidencia de la Mesa Directiva del Congreso, soy consciente de los intereses perversos del presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, Gabriel Biestro, quien después del 24 de diciembre del año pasado ha conducido este Poder Legislativo por el camino de la ilegalidad, inmoralidad y perversión”, lanzaba al inicio de la sesión ordinaria.
Los diputados que habían asistido sólo sonreían y aplaudían cuando hablaba de su renuncia. Uno que otro que desde el arranque de la LX Legislatura pedía su cabeza, no ocultó su alegría y prefirió burlarse de él cuando José Juan recorría a zancadas el pasillo del recinto legislativo.
A sus compañeros de coalición sólo los encontró de espaldas, porque habían preferido levantarse de su curul y ver hacia la salida del salón, como una forma de ignorarlo, que hacia al frente del Pleno, donde José Juan acusaba ser víctima de una persecución después del 2 de junio.
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La sesión ordinaria estaba programada a las 9:30 de la mañana, pero se fue aplazando al tiempo de que los rumores en los pasillos del Congreso del estado corrían como pólvora.
Además de que el diputado Héctor Alonso Granados, vicepresidente de la Mesa Directiva, sería removido por sus expresiones contra las mujeres en torno a la discusión del aborto, Gabriel Biestro aprovecharía para destituir al ex edil de San Pedro Cholula de la presidencia.
Por eso, Alonso Granados había evitado presentarse a la sesión como diputado. En la mesa un grupo de legisladoras de su propio partido lo esperaban con pancartas exigiendo respeto hacia las mujeres y con el rostro del legislador. Así, vaticinaban lo que vendría para la mancuerna conformada por el petista y el morenista.
Desde su lugar, Gabriel Biestro no despegaba la oreja de su celular, parecía hablar con alguien, colgaba y luego mensajeaba. Evitaba las entrevistas y fijaba de nuevo su atención en el teléfono móvil, hasta que vio a José Juan sentarse en la Mesa Directiva y pedirle a la secretaria pasar lista.
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Apenas cruza la puerta del salón de sesiones y en el patio del Congreso José Juan es abordado por un grupo de reporteros con grabadoras y micrófonos en mano. El ex edil opta por mantener el mismo discurso que ha dicho antes, que se trata de un acto político, que es una venganza, que su remoción es porque el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia no arrasó en la zona metropolitana.
—Es una decisión política que se está tomando después de los resultados del 2 de junio. Lamento que sea la primera decisión que se toma en el inicio de la nueva etapa de la vida política. No tiene ningún sustento jurídico, ninguno.
—¿Está señalando al gobernador electo? —, pregunta un reportero
—Es una decisión personal que estoy tomando—, se contradice.
—¿Pero quién lo presionó?
—Nadie me presionó, estoy presentando esta renuncia para que se respete la investidura del Poder Legislativo. Nunca antes en la historia de Puebla se había usado de tal manera un poder público, como el Poder Legislativo, es vergonzoso, vergonzoso. (…) hay todo un manejo discrecional en las decisiones del Congreso del estado con fines personales.
Pero en el Pleno, Gabriel Biestro enlistaba cada una de las irregularidades en las que basaba su punto de acuerdo.
A Alonso Granados lo acusaba de haber ejercido violencia política de género durante la LX Legislatura por expresiones contra sus compañeras como “mojigatas” y “asesinas de bebés”.
Mientras que al ex edil sampetrino lo señalaba por “solapar e inducir” esas conductas, además de realizar “actos que rayaban en el sabotaje y ultranza del quehacer legislativo”.
Además de tomar atribuciones que no le correspondían, como el nombramiento del diputado Valentín Medel como secretario de la Mesa Directiva en la sesión anterior del 27 de mayo.
Los señalamientos del morenista se extendían. Lo acusaba de ocultar un dictamen en estado de resolución en el que se iniciaba un procedimiento de determinación de responsabilidades administrativas por su cuenta pública 2015 como alcalde de San Pedro Cholula.
También por hacer “uso discrecional” de su cargo “desde el primer día”. Los señalamientos eran retomados de la bancada panista de la actual Legislatura, los cuales habían sido archivados y eran desempolvados la mañana de este miércoles, el día que José Juan y Héctor Alonso salían de la burbuja del poder de la Cuarta Transformación.
