¿Qué ocurre cuando exponemos datos o información privada de una persona? Cualquiera de nosotros está expuesto ante ello y en ocasiones no somos conscientes de eso al momento de darle clic.

Por: Niza del Consuelo Gutiérrez Ruiz

Si cuentas con algún teléfono o dispositivo inteligente, cuentas con una, dos o más redes sociales y, además, gustas de navegar por Internet, este texto es para ti.

Te has preguntado ¿Cómo ha cambiado tu vida con la aparición del Internet?

Sabías que, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet, a partir de los seis años ya se tiene un acercamiento y consumo del Internet; sí, los capítulos de caricaturas a través del canal de YouTube para que los niños se calmen también cuenta como consumo. En la vida adulta los momentos de conexión a Internet varían de seis a nuevo y de 21 a 24 horas al despertar y antes de dormir. Las actividades más comunes radican en las compras en línea, escuchar música y algunas gestiones de gobierno. ¿Te resulta familiar?

Desde los diversos navegadores de Internet tenemos acceso a infinidad de información. Sin embargo, todo aquello que resulte de nuestra interacción con imágenes, videos, búsquedas realizadas, sitios consultados, las diferentes redes sociales de las que formamos parte, así como las personas que seguimos de ellas, entre otros, va generando rastros o huellas en Internet y, al mismo tiempo, definiendo nuestra identidad digital.  Esto también implica un riesgo, pues a pesar de que existen reglas de comportamiento, no siempre son atendidas. ¿Te has puesto a revisar el aviso de privacidad que se genera al crear una cuenta de usuario?

Uno de nuestros grandes escapes o medios para “interactuar” con el mundo exterior son las redes sociales. Estas estructuras abiertas o nodos interconectados que permiten la comunicación con otras personas a través de la Web, cada vez requieren de mayor atención y no me refiero a pasar más tiempo en ellas, sino lo que ocurre y de deriva desde su uso. Hoy las redes sociales han pasado a ser una máscara de nuestras vidas, aquello que deseamos proyectar ante los demás e incluso tomarlo como nuestro diario y contar al resto de nuestros contactos lo que ocurre en nuestro día a día por unos cuantos “Me Gusta”. Tampoco es que esté mal, pero nosotros mismos no exponernos ante el mundo virtual y a veces sin darnos cuenta.

Por otro lado, ante el exceso de información que encontramos en nuestras redes sociales, resulta muy fácil guardar en el carrete de nuestro dispositivo una imagen (o hacer captura de pantalla), compartirla, reenviarla o hasta publicarla como propia o realizar un copy-paste a una publicación, pero ¿Qué ocurre cuando exponemos datos o información privada de una persona? Caemos en la práctica del Doxing. Cualquiera de nosotros está expuesto ante ello y en ocasiones no somos conscientes de eso al momento de darle clic en “Publicar”. Un ejemplo muy común: compartir con tus contactos de Facebook lo bien que la pasaste en la fiesta del fin de semana, una imagen o un video que te expone alcoholizado y utilizando un lenguaje inapropiado.

En este caso, tú lo publicaste con tus contactos porque la intención era decir que estabas contento en el lugar y con ese grupo de personas. Sin embargo, uno de los contactos lo compartió en su muro, tomó captura o lo reenvió por otro medio, como WhatsApp. Si bien puede quedar como un buen recuerdo, también puede ser aprovechado para una situación ajena, como una venganza, exposición ante otro grupo de personas o peor, caer en algún delito. Seguramente ya viste algunos casos en los que han perdido hasta el trabajo por alguna situación similar.

Una buena práctica puede ser compartir aquello que sea más neutral y no te exponga a ti o a otras personas, pues desconocemos a quien más le pueda llegar dicha publicación. Si estás molesto, evita publicar tu sentir en este medio, pues podrías lastimar o agredir a las personas que te siguen, y con ello crear una mala reputación. Respeta las aportaciones de otros, esto incluye darle crédito al otro y no robar su información; sí, también aplica para los memes que compartes. Todos tenemos libertad de expresión, pero el respeto es un código de ética en los espacios virtuales. También cada espacio cuenta con sus propias reglas, que si bien no atendidas, el afectado eres tú.

Antes de compartir cualquier información o material (incluso de autoría) en los diversos medios digitales, debes reflexionar si es prudente o no hacerlo. Si es así, valora su contenido. Piensa también que aquí no aplica la frase “las palabras se las lleva el viento”, pues lo que pasa en Internet, se queda en Internet y con ello, tu huella.
Tú, ¿Cómo deseas dejar tu huella Internet?