Que tiembla.

La tierra me recuerda que tiembla. Me recuerda cuando tiembla que estoy vivo. Que está viva, que tiene entrañas, que no solo es este pasto, este asfalto, esta parte. Sino que tiene entrañas.

La tierra me recuerda sus entrañas cuando tiembla.

Que no soy nada. La tierra me recuerda cuando tiembla que no soy nada. Que en cualquier segundo me puede tragar, nos puede tragar a todos. Se abre una grieta descomunal y nos vamos todos. Que no soy nada, eso me sube por la médula espinal cuando la cama se mueve sutilmente, como si la mano invisible la meciera.

Que solo soy esta piel, estos huesos, este dolor de espalda.

Paso la noche. Pernocto, como en nota roja. Duermo entre palacios franceses, en una tierra que ya no es nuestra. Palacios franceses que ahora alojan misceláneas, tintorerías, tortillerías, tlapalerías.

Sincretismos temporales.

Y la tierra tiembla. Tiembla de noche, cuando mis actividades brillan por mundanas. Tiembla de día, cuando bajo las escaleras y no sé si he sido yo el que ha pisado fuerte o es la tierra la que se está moviendo.

 

***

 

Leo en una banca de parque. Qué sorpresa, hace mucho no tenía el tiempo.

Tiembla. Pero no es la tierra. Bueno, sí. Pero no sus entrañas. Es un camión de volteo que va vacío. El chofer se siente libre, sin el peso habitual. Entonces siente que lleva un deportivo.

 

Y pasa los topes y los baches y entonces tiembla.

 

Aparece Hemingway: La tierra es el pescador y yo el gran pez. La tierra pasa la noche intentando apresarme. Yo me le escabullo como la ilusión que soy.

 

Amanece. Me tiembla. Nos tiembla. Me esfumo.

 

***

 

La ciudad está llena de espejos, María, escribí una vez. Pero lo escribí sin pensar. Ayer lo confirmé, la ciudad está llena de espejos, María. Me encuentro a mí mismo en todas partes, te encuentro en todas partes. Mando telegramas en todas partes.

 

Empieza la lluvia, el diluvio, el apocalipsis. Encuentros  unos tacos árabes, en esta ciudad, en este monstruo. Sería un pecado decir que, lejos de Puebla, probé los mejores tacos árabes de mi vida.

 

Mi vida. El pescador persiguiendo al pez. Nunca consiguiéndolo.

 

***

 

Este parque en el que estoy sentado, parece un terreno baldío en medio del concreto.

 

Este parque era un edificio antes del temblor.

 

Antes de que la tierra sacara sus entrañas.

 

***

 

Ps

El infierno es para quienes tocan el claxon tan pronto se pone el verde.