La diputada local panista, Mónica Rodríguez Della Vecchia, convocó a académicos de la UPAEP, a integrantes del Frente Nacional de la Familia y asesores legales de El Yunque.

Por: Mario Galeana

La ultraderecha se adelantó a los foros sobre la despenalización del aborto en el Congreso de Puebla. La panista Mónica Rodríguez Della Vecchia convocó ayer a académicos de la UPAEP, asesores legales del Yunque y a organizaciones como el Frente Nacional por la Familia para tratar de deslegitimar la iniciativa de reforma presentada por la diputada Rocío García Olmedo.

Cada portavoz centró su argumento en la defensa de la vida desde el momento de la concepción. Y lo hizo a partir de dos enfoques: uno médico, con el que trataron de refutar los estudios sobre muertes por abortos clandestinos; y otro legal, con el que expusieron que aprobar la interrupción legal del embarazo iría en contra de la Constitución, donde se establece el derecho a la vida.

El primer portavoz del foro “Vida y dignidad humana: aspectos científicos y jurídicos en torno a la vida” fue José Manuel Madrazo, presidente del Centro de Bioética de la UPAEP. El decano de Ciencias de la Salud de la universidad hizo una larga relatoría sobre el registro de muertes maternas que contempla el INEGI.

Explicó que, desde el Centro de Bioética se desarrolló una investigación que revela que en cuatro años, de 2002 a 2006, se registró la muerte de 197 mujeres por abortos en el país, y no dos mil 500 decesos, como asegura el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), una organización que pugna por la despenalización del aborto.

Sin embargo, no dio a conocer la metodología de su investigación, que consistió en desagregar los procedimientos de aborto que se efectuaron por un desarrollo anormal del producto, y aquellos que se realizaron por voluntad de las mujeres que decidieron interrumpir su embarazo.

LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA

Quizá el momento más polémico de su exposición fue cuando advirtió que, como ginecólogo, se ha negado y se negará, en lo sucesivo, a interrumpir el embarazo de mujeres que hayan sido víctimas de violación.

“Si el día de mañana voy a ser obligado por una ley, simplemente no lo voy a hacer. Prefiero estar en la cárcel que llevar en mi espalda la lápida de haber matado a una persona. Si algo nunca haré es eso: matar a alguien”, soltó.

En realidad, el aborto a una mujer víctima de violación sexual es una de las cuatro condiciones bajo las cuales este procedimiento no es sancionado con cárcel dentro del Código Penal.

Pero la advertencia de Madrazo revela un aspecto de la discusión que, hasta ahora, había pasado de largo en la despenalización del aborto: la reticencia de los médicos a realizar este procedimiento.

El decano de Ciencias de la Salud de la UPAEP dijo que, como él, “hay muchos, pero muchos médicos” que se oponen a interrumpir el embarazo aún en condiciones extraordinarias.

“Nosotros no podemos cambiar nuestros principios éticos y valores, y no podemos permitir que nuestros valores sean apretados por leyes. No soy el único (que piensa así) y no tengo ningún reparo en decirlo”, afirmó.

LA “DEFENSA DE LA VIDA”

Más tarde, Madrazo también dijo que, desde el momento de la concepción, la unión del espermatozoide con el óvulo debe ser considerada “vida humana”.

Y la vida humana, adujo, está protegida en el artículo de la Constitución mexicana.

“Hay que aceptarlo. Quien no lo acepta es, lamentablemente, porque tiene otros intereses. Pero en el entendimiento natural de cualquier persona es muy claro: la vida inicia desde la fecundación”, insistió.

Entre los investigadores de Bioética no hay una sola postura en torno al postulado de Madrazo. La médico genetista Patricia Grether González, vicepresidenta del Colegio de Bioética AC y directora del laboratorio Genética Diagen SC, señaló que el cigoto tiene “diversos destinos, más allá de la formación de un ser humano”, y que por tanto no puede ser considerado un humano.

“Cuando se observan los cigotos en el laboratorio algunos presentan morfología anormal y/o detienen su desarrollo (…) se han detectado aneuploidías, es decir, la presencia de un número cromosómico diferente a 46. En la inmensa mayoría de los casos hay un desarrollo ausente, anormal o con graves malformaciones. Muy pocos llegan a nacer y, si lo hacen, presentan siempre diversas alteraciones”, describió en su artículo “Un cigoto no es una persona”, publicado por Nexos en su edición de junio.

“Otro posible destino de un cigoto es que todo el componente cromosómico sea únicamente paterno y no tengo componente materno. En estos casos nunca se desarrolla un embrión, todo lo que crece es tejido placentario anormal (…) otras condiciones como la presencia de 69 o 92 cromosomas generan ausencia de embrión, embriones normales y aborto”, agregó.

En el marco del foro “Vida y dignidad humana: aspectos científicos y jurídicos en torno a la vida”, los ponentes expusieron sus argumentos para negarse a que las mujeres puedan interrumpir un embarazo. CORTESÍA