Bajo el precepto “Los espacios políticos de la región necesitan adueñarse del mañana”, 30 líderes de 10 países de América se dieron cita el fin de semana pasado en la ciudad de Puebla, en el Encuentro Internacional de Líderes Progresistas. Entre los participantes figuraron los candidatos a la Presidencia de Argentina, Alberto Fernández, y de Uruguay, Daniel Martínez; el ex Presidente de Colombia, Ernesto Samper; así como el senador chileno y ex secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, y el ex candidato presidencial chileno y coorganizador del evento Marco Enríquez Ominami. Además del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, la senadora Beatriz Paredes y el gobernador electo de Puebla, Miguel Barbosa, anfitrión del evento.
De acuerdo con los organizadores, la intención es crear un espacio para el debate y la reflexión sobre la situación actual que se vive en América Latina, así como la participación y responsabilidad de las organizaciones progresistas, pero, además, qué significado tiene la dicotomía izquierda y derecha en la etapa reciente.
Podemos contemplar las experiencias electorales en algunos países, donde organizaciones de derecha, como en Brasil, se han visto favorecidas por el voto popular después de los gobiernos exitosos de Lula da Silva y Dilma Rousseff que beneficiaron a millones de cariocas con su esquema de programas sociales. Pero también está el caso chileno donde se redujo considerablemente la pobreza en el gobierno de izquierda de Michelle Bachelet. No obstante, el voto favoreció a la derecha en los más recientes comicios presidenciales en esa nación.
Éstos no son los únicos casos, salvo México, en Paraguay, Argentina, Colombia, Ecuador y Perú, hoy gobierna la derecha, después del período conocido como la década de oro, cuando era la izquierda la que ganaba elecciones. Eso justifica el interés y la intención de los participantes del encuentro de elaborar un plan de acción para los pueblos de América. Suena interesante la iniciativa que, me parece, debe ser dirigida a todos los sectores de la sociedad como los empresarios, las clases medias y, desde luego, los menos favorecidos.
Creo que debe ser integral e incluyente para lograr los éxitos que se buscan, que no sólo son llegar al poder, sino implementar políticas de desarrollo individual y colectivo para nuestras sociedades. Formar ciudadanos con plenos derechos, no meros consumidores. Me parece que ésa es una de las principales autocríticas que debe hacerse la izquierda; crear sociedades con derechos, no sólo compradores.
Lamentablemente el encuentro no tuvo la promoción que ameritaba. No obstante, una vez más se presenta la oportunidad de debatir el compromiso de la izquierda en los tiempos actuales. Sólo veo una omisión en el encuentro; faltó, en su declaración final, un pronunciamiento de solidaridad y apoyo para Lula da Silva. Por lo demás, bienvenido el debate sobre el papel de la izquierda, ahora.